UNA COSA

Hablaremos  acerca de esta palabra «una cosa».   

Pero antes de continuar, quiero que piensen acerca de todas las cosas que son parte de su propia vida: familia, trabajo (o falta de), educación compras, alimentación, hogar, amigos, salud… responsabilidades y preocupaciones de todo tipo.  Nuestras vidas pueden ser muy llenas y nuestras energías usadas en muchas direcciones diferentes.  ¿Cómo podemos resolver este conflicto de tantas cosas en nuestras vidas?

En Salmo 27, encontramos a David con muchas dificultades en su vida.  Se dice que este salmo fue escrito durante el periodo de los varios años cuando David estaba huyendo de Saúl.  Tenía mucho estrés en su vida diaria: los muchos hombres quienes se juntaban a él cada día, cada uno con sus propios problemas: dónde dormir, cómo alimentar a tantas personas; preocupación por su familia; la incertidumbre de la situación y cómo continuar, sin mencionar lo obvio – Saúl y sus ejércitos que buscaban matarle.  Sin embargo, en versículo 4 David escribe:

Sal 27:4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida..

¡Una cosa!  No la resolución de todos sus problemas; no la muerte de sus enemigos; no el fin de la inseguridad y preocupación de su situación; no el cumplimiento de la promesa de ser rey; una cosa. ¿Y por qué una cosa?  Porque David entendía el secreto a vivir en paz y en seguridad a pesar de estar rodeado de estrés y problemas; su relación para con su Dios.   Para él, estar cerca de su Padre Celestial y hacer progreso hacia su Reino era la única cosa que tenía importancia sobre todas las otras.  Y es tal vez por ese enfoque, determinación y claridad de vista que Dios le llamó «hombre conforme a (mi) corazón….» (Hechos 13:22)

Encontramos la frase «una cosa» varias veces en el Nuevo Testamento.  Vamos a mirar tres, y ver que cada vez que se utiliza, hay un contraste entre la única cosa de importancia – que debería ser de importancia – en la vida con otras cosas que pueden dominar y hacernos perder el enfoque en la única cosa.  Somos todos diferentes, y nuestro camino hacia el Reino es diferente para cada uno con relación a las cosas que pueden ser obstáculos a nuestro progreso y nuestra relación con Dios.  Lo que deberíamos desarrollar como discípulos es la habilidad de reconocer la «una cosa» en nuestras propias vidas que nos impide el estar dispuestos a abordarla.

La primera ocasión que quiero notar esta en Marcos 10;27-23. «vino uno corriendo»  escribe Marcos, para preguntar a Jesús acerca de lo que debería hacer para «heredar la vida eterna».  Cuando Jesús le respondió que, efectivamente, tenia que respetar el espíritu de la ley, el hombre sostenía que «todo esto he guardado desde mi juventud.».  Marcos continua:

Mar 10:21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.

La «una cosa», que para este hombre era un obstáculo entre él y su Dios era sus riquezas, y entonces para él la «una cosa» que necesitaba hacer era perderlas.  Tal vez no es nuestro problema, pero no deberíamos imaginar que sólo los que tienen riquezas ya son el peligro aquí.  Pablo dice que es el amor al dinero que puede hacernos extraviarnos de la fe; «los que quieren enriquecerse» (1 Timoteo 6:9-10).  Tenemos que ser muy honestos.  ¿Son nuestras riquezas una fuente de soberbia o de superioridad sobre los otros que no tienen tanto?  ¿Nos consideramos más significantes que otros hermanos porque tenemos mas capacidad de ganar dinero?  ¿olvidamos nuestra dependencia de nuestro Padre porque nuestro dinero nos ciega a nuestra necesidad?  ¿O es nuestro deseo de mejorar nuestra vida ahora, de siempre tener un poco más que lo que ya tenemos, una gran distracción de la «una cosa», que debería ser la más importante en nuestras vidas?  Entonces, tal vez nosotros también necesitamos aprender a vivir con menos para poder ganar tanto más.

Otra referencia a «una cosa», se encuentra en Lucas 10:38-42.  Jesús iba a la casa de sus queridas amigas Marta y María.  María se sentaba a los pies de Jesús para oír su palabra, mientras que Marta «se preocupaba con muchos quehaceres».  El ritmo de nuestras vidas ha llegado a ser más y más rápido.  Es tan fácil para nosotros estar como Marta en nuestra vidas diarias, hasta en la iglesia con buenas cosas.  Marta, después de todo, ¡estaba directamente sirviendo a su Señor!  Pero cuando se quejó a Jesús por la falta de ayuda de su hermana, Jesús respondió:

Luc 10:41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.                                                                                                                      Luc 10:42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

La lección para nosotros es muy clara: es de suma importancia que hagamos tiempo en nuestras vidas ocupadas para la «una cosa» – sentarnos para oír la palabra de Dios.  Debe ser en nuestras vidas como el pan diario.  Sin este pan somos débiles y el enfoque de la vida es incorrecto.

Nuestro tercer caso de la frase esta en Filipenses 3.  Pablo habla de «todas las cosas» que estimaba «pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús…» (3:8) y para alcanzar «la resurrección de entre los muertos». (v11).  Sigue diciendo que hasta este punto en su vida (casi el fin) ya no se consideraba como haber alcanzado, sino entendía que su vida era un proceso de intentar acercarse a su Dios.

Flp 3:13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
Flp 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Lo que Pablo está expresando, es la idea que nuestro viaje hacia el Reino es dinámico; nadie puede pensar que ya ha hecho lo suficiente, o que ha alcanzado el nivel adecuado para entrar automáticamente.  ¡No es así!  El viaje es un proceso continuo de acercarnos más y más a nuestro Padre Celestial  –  y al final, sólo seremos salvados por su gracias, porque es una meta que nunca podemos alcanzar totalmente.  Sin embargo, lo que también Pablo expresa aquí es que todo lo que está en el pasado tiene que ser dejado en el pasado.  En su caso «las cosas» que dejó atrás eran su posición de importancia como fariseo, y del otro lado, su persecución de la iglesia antes de su conversión.  Ambas tenían que ser dejadas en el pasado, y en cambio, Pablo se extendía a lo que está delante – el Reino.  Todo el enfoque de su vida era hacia ésta «una cosa».  ¿Qué tal nosotros? ¿Acaso vivimos en el pasado? ¿Pensamos que ya hemos hecho suficientes buenas cosas en nuestras vidas para ganar el Reino? ¿Tenemos soberbia por una posición que teníamos? ¿O es que continuamos pensando que Dios no nos ha totalmente perdonado nuestros pecados pasados?  Del otro lado, ¿continuamos sin haber totalmente perdonado a otro hermano por algo que pasó en el pasado – hace muchos años atrás?  Hay que tomar el consejo de Dios por medio de Pablo, y dejar el pasado en el pasado.  Nuestro enfoque hasta que terminemos nuestros días o que venga el Señor, tiene que ser el Reino venidero.

El Señor Jesús vivía lo que predicaba.  Dijo «…buscad primero el Reino de Dios y su justicia…».  El enfoque – la una cosa – de su vida era totalmente claro.  Es «el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios» (Hebreos 12:2).

Recordamos ahora su vida perfecta en este pan y vino, y resolvamos que sólo habrá una cosa de verdadera importancia en nuestras vidas desde entonces.

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