Lectura Inicial: Evangelio de Juan- Capitulo 11

Tengo algunos años de estar estudiando el Evangelio de Juan, y cuando comencé mi principal curiosidad sobre el evangelio tenía que ver con la secuencia de milagros altamente seleccionados.  Como tal vez saben, Juan nunca relata que Jesús haya curado a muchas personas o haya realizado muchos milagros, sino que describe un pequeño grupo de «señales» cuidadosamente seleccionadas.

No me detendré a repasar la secuencia, pero la resurrección de Lázaro es probablemente no solo la sexta señal del libro de Juan, sino también, la sexta resurrección en la Biblia.  Es casi como si la resurrección de Lázaro fuera la señal de Juan el Bautista… la última gran señal, antes que todo, absolutamente  todo, cambiará con la resurrección de Cristo.

Dentro de la estructura de Juan también tenemos indicadores narrativos que apuntan a que algo diferente está por venir, por ejemplo, notemos cómo termina el capítulo 10:40-42, Estos versículos nos vuelven al principio del libro, completan el círculo regresando al Jordán y la predicación de Juan, y son una declaración que todo lo que se había dicho acerca de él era verdadero.  Nuevamente, como apuntándonos a lo que viene a continuación…

Oraciones Sin Respuesta

Pero el tema que quiero ver es el de las oraciones que no han recibido respuesta.

Leamos la sección al final de Romanos 8:34-39

34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.                                                                                       35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?                               36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.                                                     37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.                                                                                                 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,                               39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. 

Para nosotros estos versículos describen un concepto, pero para Marta y María eran una realidad concreta- ellos le conocían a Cristo, le hospedaban en su casa, para estas hermanas, Jesús era literalmente y concretamente su amigo con quien habían conversado horas sin fin.  Confiaban implícitamente en él, tenían toda la confianza que él las amaba profundamente

Leamos Juan 11: 1-4

1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.
2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.)
3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo.
4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.  

  • Está es una familia que nosotros conocemos, una familia que Jesús conocía muy bien.  Con Lázaro aún no nos encontramos, pero está claro que todos tienen absoluta confianza en que Jesús lo amaba -«el que amas está enfermo»- le mandan a decir.
  • Algunos han sugerido que Lázaro era su hermano menor, y aunque sabemos poco de él, creo que podemos tener la certeza que habría tenido esa misma chispa que había en Marta y María.

La respuesta de Jesús no es del todo clara, pero si el mensajero la escuchó no creo que la pudiera haber interpretado de otra forma más que con pensar que Lázaro sanaría y todo estaría bien. «Esta enfermedad no es para muerte» pronuncia Jesús, y posiblemente esta es la respuesta que el mensajero lleva felizmente a las dos hermanas.

Pero para la confusión de María y Marta, la enfermedad de su querido hermano se va agravando cada vez más, hasta que su hermano exhala su último aliento sin que el Señor aparezca….

No repasaremos todas las etapas clásicas del sufrimiento, pero nos podemos imaginar como las hermanas estarían pasando por el proceso – el proceso de tratar de entender cómo es que aquel que tanto querían y que confiaban que los amaba a todos ellos, les había fallado tan catastróficamente en el momento de su mayor necesidad… Pues no había sido el mismo que a todo el mundo había dicho:

Mat 7:7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Mat 7:8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Mat 7:9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
Mat 7:10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
Mat 7:11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?  

Estas palabras son tan claras –  ¿Cómo no se podrían entender? ¿Si las dijo, por qué no las cumple…?

Hermanos ponernos en las manos de Dios, confiar en él, es algo que nos puede llenar de terror pues Él no ve las cosas como las vemos nosotros.  A veces parece más fácil cerrar nuestras mentes al Creador y vivir como que si el mundo es gobernado al azar… en un mundo sin sentido tal vez será más fácil aceptar la muerte de un hermano, que en un mundo donde existe Dios, pero no impidió que muriera…..

Sigamos la lectura Juan 11:20-27

Jua 11:20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
Jua 11:21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Jua 11:22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jua 11:23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Jua 11:24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Jua 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Jua 11:26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Jua 11:27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.  

Repasemos esta conversación:

  • v.20- Marta quiere conversar con él a solas… la casa está llena de gente, y ella quiere hablar con él directamente.
  • v.21-Y cuando lo ve, le dice inmediatamente lo que siente: «Si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto», Su tristeza es absoluta…  su fe es casi como la de Jairo – pero no la del centurión. Una fe que cree que Jesús puede ayudar pero sólo si está presente… y sin embargo en el v.22 es como que comienza a comprender que lo que hace lo hace por el poder de Dios y que Dios está en todas partes … Y Marta continúa «Se ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará…»
  • v.23- Y Jesús siente su sufrimiento, su fe que se tambalea, porque si creemos que Jesús tiene poder como para sanar desde cualquier lugar, en cualquier momento, eso nos conduce a la pregunta mucho más difícil: ¿Por qué no lo hace…?  Ya no es cuestión de que no puede, sino de que no quiere…
  • Y Jesús le trata de consolar «tu hermano resucitará» le dice… ¿Pero qué quiere decir con eso?
  • v-24 «Yo se que resucitará… (algún día)..» responde Marta.  Fácil es para nosotros hablar de la resurrección en un dia normal.  Otra cosa es cuando acabamos de enterrar a nuestro hermano, a nuestro hijo, a nuestro esposo o esposa, a nuestros padres, y están terriblemente ausentes.  Y que duro conversar con la persona que creemos que le pudiera haber salvado la vida, y por alguna razón inexplicable no lo hizo…
  • v.25-26 – Jesús le sigue hablando:
    • Yo soy la resurrección y la vida…
    • Y es difícil comprender qué exactamente significan esas palabras.  Así que le aclara:
      • La persona que cree en mí, aunque esté muerta vivirá.
      • Y la persona que vive y cree en mí, no morirá eternamente.
    • ¿Qué le está diciendo? ¿Y qué es lo que ella tiene la capacidad de comprender en este momento de crisis y dolor…? La respuesta que ella le da me indica que quiere tener fe, pero que realmente no entiende… no está en condiciones ahorita para realmente asimilar lo que Jesús dice.  Así que  simplemente afirma «yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo».

Y creo que nosotros también podemos pronunciar las palabras, pero sin realmente entenderla, no podemos comprender lo que realmente significa que él sea la vida.

Pero así como Dios le pide lo imposible a Abraham porque quiere que su amigo comprenda lo que viene en el futuro, de la misma forma, Cristo que les ama profundamente a estas hermanas, a esta familia, y quiere que realmente comprendan.

En Juan 11:versículos 33-35 – Cuando aquí la Palabra dice que se estremeció en espíritu, el griego es la palabra que describe el bufido de un caballo de batalla, describe una emoción de frustración, de enojo, de furia de preparación para conflicto…

El enojo de Jesús en contra del enemigo, el enemigo con el que había luchado  desde su juventud.  El enemigo que probablemente le había robado su padrastro, el enemigo responsable de incontables muertes entre el pueblo, de sufrimiento en todos los hogares del mundo, el enemigo que atrevida y descaradamente había entrado al hogar de sus queridos amigos para robarles a su hermano…..

Los comentaristas notan que para lectores griegos, el hecho que el hijo de Dios sintiera estas emociones por una persona es una idea totalmente inesperada.  Y tenemos que comprender que la participación de Dios y de Jesucristo en nuestras vidas no es una participación externa, alejada, sin sentir el peso de nuestros sufrimientos, de todo lo que cargamos.  Ellos nos acompañan en todo momento, en presencia, espíritu y corazón.

Cristo no vino porque Dios no puede sentir lo que nosotros sentimos.  Cristo vino para que NOSOTROS pudiéramos comprender lo que el Padre siente por nosotros…  

Juan 11: versículos 38-42 – Jesús nuevamente profundamente conmovido por la experiencia terrible que han sufrido sus amigos, por el sufrimiento de su amigo Lázaro, de sus amigas Marta y María, llega al sepulcro.  Dios le ha dado tanto poder, él sabe que esta tumba la puede abrir, pero realmente esta es sólo una pequeña batalla en una guerra mucho más amplia, mucho más importante. ¿En la batalla de este día sin duda saldrá victorioso… pero está listo para la que viene dentro de poco…? ¿Para la que le espera en Jerusalén y en sus afueras…?

Jesús les manda que quiten la piedra.

¿Y podemos preguntarnos que por qué no simplemente usó su poder…? ¡La respuesta es porque este es un momento Salomónico – partan al bebé!  Cuando alguien dice algo tan inesperado , nuestros labios sueltan lo que nuestro corazón piensa.  Y en ese momento Marta descubre que aún no entiende, no se da cuenta que Jesús es la vida… y le advierte que el cuerpo seguramente comienza a apestar…

Y con paciencia y tanto amor Jesús le dice… ¿ten fe mi amiga, no te dije que verías la gloria de Dios…?

¿Y qué es ver la gloria de Dios, sino ser testigos que ha mandado a su hijo a la tierra para dar vida a los muertos?

Y Jesús vuelve los ojos hacia el cielo, y para el beneficio de la multitud testiga, y para no caer en el pecado de Moisés en «su» momento de enojo y frustración contra la naturaleza humana, da la gloria a Dios, y afirma ante todos, el núcleo del evangelio de salvación: Tu. Me. Has. Enviado

Jesús. Unigénito Hijo de Dios. Ha venido.

Y nos podemos imaginar la confusión de la multitud – ¿Qué se propone? ¿Qué está hablando? (versículos 43-44)

Algunos comentaristas opinan que tal era el poder de Jesús que si no le hubiera llamado a Lázaro por nombre, «todas» las tumbas habrían entregado a sus muertos…

Pero en este día sólo es uno – y ante los ojos de todos, el amigo de Jesús sale de su tumba.

Tratemos de imaginarnos el caos que habría resultado.  Algunos se habrían desmayado, otros llorando incontrolablemente, los niños y jóvenes corriendo a toda velocidad a contarles a sus amigos, a llevar la noticia a las aldeas vecinas, a Jerusalén… Marta y María abrazándole a su hermano con tanta fuerza como para nunca soltarlo.

Y lo que quiero que recordemos de ese día es que nuestra esperanza  de la resurrección, no es sólo una esperanza para el futuro, sino una esperanza para el pasado, es una transformación de toda la historia del mundo. 

En términos concretos, esta resurrección fue «pequeña», principalmente afectando una sola familia y sus vecinos, y el resucitado había estado muerto sólo algunos días tras una breve enfermedad.  Y sin embargo, su resurrección habría transformado por completo la experiencia de todas estas personas de las semanas que habían pasado.

De la misma forma en que el nacimiento del bebé transforma el significado del sufrimiento anterior, la resurrección de los muertos transformará por completo la experiencia de toda la historia humana.

En este día, nuestra pregunta es la misma que estaba en el corazón de Marta…¿Porqué Jesús no había impedido la muerte de su hermano…?

Y mientras no llegue la resurrección, esta pregunta no tiene respuesta.  Pero confiemos hermanos, que así como para Marta y María seguramente todo cobró sentido, de igual manera para todos nosotros, para el mundo entero, para todas las personas que desde Adán y Eva para acá han sufrido y muerto, el día de la resurrección por fin dará coherencia a lo que sufrimos.

Entre tanto, tengamos paciencia hermanos.  Ahorita no estamos viviendo aún ese día, estamos más bien viviendo esas dos semanas anteriores que vivieron las hermanas, cuando nuestros hermanos , hijos, esposos, amigos, padres, vecinos, están cayendo uno tras el otro ante el enemigo. Y ante tanta muerte, nos parece que Jesús no escucha, que no viene, que no le importa.  Porque sin duda eso es lo que pensaron ellas..hasta entender.

Jesús escucha. Si  viene en camino, Y cuando venga, y las tumbas se abran, transformará no sólo el futuro sino también el pasado y todo por fin tendrá sentido.