En la actualidad vemos cómo la contaminación y la maldad de las personas están destruyendo a todas las especies que existen en el cielo, la tierra y las aguas. Vemos como por placer se asesinan y maltratan animales, se destruyen bosques y selvas, se avanza sobre la naturaleza como si fuera una simple nada, sin importancia.
A muchas personas nos duele lo que ocurre por diferentes motivos. Algunos se basan en cuestiones éticas relacionadas al veganismo, ecologismo, etc. y otros, nos basamos en lo que la Palabra de Dios nos revela sobre Su creación. Es por eso, que por medio de este artículo, propongo un breve análisis sobre qué espera Dios de nosotros respecto de Su creación; pues lamentablemente muchas personas no le dan la debida importancia a este tema, pero si amamos a Dios y Le conocemos debemos cumplir todos sus mandamientos (1 Juan 2:3).
En el principio
Cuando Dios creó nuestro planeta y puso vida en ellos, luego de crear a Adán y Eva nos encomendó una misión: “[…] Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.” (Génesis 1:26). A través de este verso podemos deducir que la misión que tenemos sobre la creación es dominarla. Según el diccionario, dominar es tener poder sobre algo, pero también es saber utilizar y contener. Es decir que dominar la creación es ejercer nuestra autoridad sobre ella pero haciéndolo conforme a la voluntad de Dios.
Dios nos permite obtener el alimento de Su creación, los elementos para construir nuestra vivienda o para trabajar, los elementos para vestirnos; pero lejos de esto está el abuso. Como vimos, dominar también implica saber utilizar y contenerse, es decir cuidar, algo que también se relata en Génesis 2:15 “Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara”. Entonces si no utilizamos a la creación de la forma correcta y no nos contenemos en el uso de ella, estamos abusándonos, y el abuso no es mandamiento de Dios. Cazar animales por diversión, incendiar bosques por avaricia de dinero, arrojar basura en el mar, etc. es abuso de nuestro poder y autoridad sobre la naturaleza. Pero para entender mejor por qué digo que Dios espera dominio y no abuso, vamos a ir analizando diferentes versos bíblicos a lo largo de este artículo.
¿Qué implica dominar y cuidar?
En la Biblia, Dios nos revela muchos mandamientos respecto de qué implica dominar Su creación. Podría decirse que son ejemplos de cómo debemos actuar a la hora de gobernar a la naturaleza para hacerlo conforme a Su voluntad. Veamos algunos versos:
“Si en el camino encuentras el nido de un ave en un árbol o en el suelo, y a la madre echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no te quedes con la madre y con la cría. Quédate con los polluelos, pero deja ir a la madre. Así te irá bien y gozarás de larga vida.” (Deuteronomio 22:6-7).
“Seis años sembrarás tus campos y recogerás tus cosechas, pero el séptimo año no cultivarás la tierra. Déjala descansar, para que la gente pobre del pueblo obtenga de ella su alimento, y para que los animales del campo se coman lo que la gente deje. Haz lo mismo con tus viñas y con tus olivares.” (Éxodo 23:10-11).
“Si antes de conquistar una ciudad tienes que sitiarla por mucho tiempo, no derribes sus árboles a golpe de hacha, pues necesitarás alimentarte de sus frutos. No los derribes, pues no son hombres que puedan defenderse de ti sino solo árboles del campo.” (Deuteronomio 20:19).
“No profanes la tierra que habitas. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y solo con la sangre de aquel que la derramó es posible hacer expiación en favor de la tierra.” (Números 35:33)
“No ares con una yunta compuesta de un buey y un burro.” (Deuteronomio 22:10).
“El justo atiende a las necesidades de su bestia, pero el malvado es de mala entraña.” (Proverbios 12:10).
Estos son algunos ejemplos de lo que nos enseña la Biblia, los cuales abarcan todo los aspectos, incluso los menos pensados. Podemos ver en ellos que el dominio que Dios espera de nosotros, es un dominio respetuoso de Su creación, un dominio que contempla la vida de otros seres vivientes, un dominio que cuida todo lo que hay alrededor nuestro.
En una oportunidad, nos relata la Biblia que Jesús estaba hablando sobre las leyes del descanso sabático con unos fariseos. En esa discusión, se le cuestiona la importancia de la vida de otros seres vivientes respecto de la importancia del sábado. Jesús sin dudarlo rechaza que el descanso sea más importante que la vida, que la creación de su Padre, y les dice: “Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado?” (Lucas 14:5).
El gran préstamo
Ahora pensemos en algo. Si alguien nos presta algo, ¿no se lo devolvemos en las mismas condiciones? ¿no procuramos cuidarlo hasta que tenemos que entregarlo? Y si alguien nos solicita cuidar algo en su nombre, por ejemplo su hijo o su mascota, ¿no lo hacemos de la mejor forma posible? ¿no procuramos su bienestar? ¡Cuánto más deberíamos hacerlo con la creación!
La Biblia nos relata incontable cantidad de veces que todo lo creado pertenece a Dios, es decir que todo donde pisemos, todo lo que obtengamos, es de Su pertenencia. La misma naturaleza Le pertenece. Veamos:
“Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan.” (Salmos 24:1).
“La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes no son aquí más que forasteros y huéspedes.” (Levítico 25:23).
“[…] pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros. Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías.” (Salmos 50:10-11).
“Mía es la plata, y mío es el oro —afirma el Señor Todopoderoso—.” (Hageo 2:8).
Hay muchos versos más, pero creo que con estos es suficiente para que entendamos que Dios no solamente creó el mundo, sino que también es Su dueño y por lo tanto Él nos permite vivir aquí y obtener cosas de la tierra como un préstamo, un préstamo que debe ser con cuidado y respeto, con dominio.
Incluso la misma Biblia nos resalta que hasta los mismos animales saben de esto, ¿por qué nosotros habríamos de ignorarlo?: “Pero interroga a los animales, y ellos te darán una lección; pregunta a las aves del cielo, y ellas te lo contarán; habla con la tierra, y ella te enseñará; con los peces del mar, y te lo harán saber. ¿Quién de todos ellos no sabe que la mano del Señor ha hecho todo esto? En sus manos está la vida de todo ser vivo, y el hálito que anima a todo ser humano.” (Job 12:7-10).
Herederos o no herederos
El mal que causa el ser humano en la tierra claramente tiene sus consecuencias visibles. Sabemos del cambio climático, de la extinción de especies, de los desastres naturales causados por el cambio climático, etc. Incluso hasta en la misma Biblia podemos ver cómo se predice la destrucción de la creación por causa del humano: “¿Hasta cuándo estará seca la tierra, y marchita la hierba de todos los campos? Los animales y las aves se mueren por la maldad de los que habitan el país […]” (Jeremías 12:4). La creación de Dios sufre por lo que hacemos, por nuestro desinterés en respetar Sus mandamientos, pero la Biblia dice que nosotros sabemos, conocemos lo que causamos: “Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto.” (Romanos 8:22).
Entonces si sabemos qué está pasando, ¿por qué no hacemos nada? Si bien sabemos que Dios restaurará la tierra cuando Su reino se establezca (Apocalipsis 21:5), esto no significa que debamos quedarnos con los brazos cruzados, porque hacerlo implica desobedecer a Dios. Esto no implica que violemos otros mandamientos como formar parte de grupos de presión política para protección del medio ambiente, sino que como Hijos de Dios por nuestros propios medios debemos cuidar la creación. ¿Por qué matar hormigas por el simple hecho de hacerlo, o por qué arrancar hojas de un árbol por diversión? ¿Por qué hacer carreras de caballos o por qué arruinar el hogar de otros seres vivientes? La creación nos pide ¡basta!, Dios nos dice ¡basta!
Recordemos que para ser herederos del reino debemos obedecer los mandamientos, amar al Padre es cumplir con lo que él nos ordena. No es solamente leer la Biblia, asistir todos los domingos, ayudar al prójimo. También es dominar y cuidar de Su creación. Si no hacemos esto, no seremos herederos. Dios nos dice en Apocalipsis 11:18 que en el Día del Juicio también “[…] es tiempo de destruir a todos los que han causado destrucción en la tierra”, por lo tanto quien destruye la creación, por omisión o negligencia, no entrará en el Mundo Venidero.
Contribuyamos con el Creador
Dios espera de nosotros que nos unamos a Su causa. Si bien no podemos hacer nada para frenar la destrucción del mundo, sí podemos evitar la destrucción de nuestra alma. Podemos hacer lo que es bueno a los ojos de Dios y veremos que también es beneficioso para nosotros en todos los aspectos. Seamos equilibrados, seamos cuidadosos, seamos personas con dominio propio. Porque en aquél Día, cuando estemos ante el tribunal de Cristo seremos responsables de si cumplimos con aquella misión que leímos en Génesis, como dice en Gálatas 6:5 “pues cada uno es responsable de su propia conducta.”
Animemos nos unos a otros a cumplir con esta tarea, a cumplir con la voluntad de nuestro Padre pues “este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).
Lucas Genner