Elías fue un profeta de Dios que ganó una batalla espiritual contra 450 sacerdotes paganos, pero no logró convertir el corazón de su malvada reina, Jezabel. Lea esta emocionante y verdadera historia en la Santa Biblia en 1 Reyes 18:17-40.
Elías y la reina Jezabel
El primer Reino de Dios en la tierra se dividió norte a sur porque su rey, Salomón, pecó. Luego, los reyes del norte inventaron dioses paganos y obligaron a sus súbditos a adorar a sus ídolos, mientras que los reyes del sur, en Jerusalén, se esforzaron por permanecer fieles a Dios.
Uno de los peores reyes del norte fue el rey Acab. Su esposa era la reina Jezabel, ella desvió a Acab y a sus súbditos para que adoraran al terrible dios pagano llamado Baal. Además, mató a los verdaderos sacerdotes y profetas de Dios y los remplazó con falsos sacerdotes que llevaban a cabo ceremonias abominables sacrificando niños a Baal.
Dios envió entonces al profeta Elías al reino del norte para llamarlos al arrepentimiento y para que cambiaran sus malos caminos. Elías quería mostrarle al rey Acab y a sus súbditos que había un solo Dios verdadero, el único con poder, y que Baal ni siquiera existía. Fue así que Elías exigió que se celebrara una competencia entre Baal y Dios frente al rey Acab y sus súbditos.
¡Elías se enfrentó a 450 sacerdotes de Baal!
¿Quién invocaría fuego del cielo sobre el sacrificio de un toro a su dios? ¿los 450 sacerdotes de Baal o Elías? El perdedor moriría.
La competencia comenzó. Cada lado hizo sus cambios. Elías hizo que su madera fuera difícil de quemar empapándola con agua. Mientras observaba a los 450 sacerdotes malvados bailar y pedir fuego a Baal, Elías se burló de ellos diciendo que debían gritar más fuerte porque su dios estaba de vacaciones o durmiendo. Baal no hizo nada. En cambio, Yahvé respondió a la oración de Elías e incendió su sacrificio y todo el altar de piedra. Entonces Elías declaró la victoria ante rey Acab y mató a los 450 sacerdotes malvados. Estaba seguro de que ahora todos volverían a Dios.
El rey Acab regresó a su palacio y le contó a su reina Jezabel que Baal había perdido la contienda. Sin embargo, ella no abrió su frío corazón a Dios, sino que permaneció comprometida con el falso dios pagano Baal y le advirtió a Elías que lo mataría. Estaba segura de que lo haría, así como a todos los demás profetas.
¿Quién ganaría, la reina Jezabel o el profeta Elías?
Elías huyó de ella con miedo. Estaba tan triste que quería morir porque pensaba que le había fallado a Dios. Dios entonces tuvo misericordia de Elías y le habló, revivió su corazón como dice en 1 Reyes 19:1-18 y le dio una ayuda.
Más tarde Dios cumplió una profecía y tomó juicio final sobre esa reina malvada en 2 Reyes 9:30-37. Sus súbditos la arrojaron desde la ventana de su castillo y su cuerpo fue devorado por perros salvajes. Nunca tuvo un funeral real ni un monumento funerario.
Al igual que Elías, muchas veces ante diversas situaciones adversas en nuestra vida dejamos a un lado nuestra confianza en Dios, nos llenamos de temor y angustia, dejando que estos sentimientos inunden nuestros pensamientos. Pero sabemos que, si confiamos en Dios y hacemos su voluntad, Él nos proveerá y estará siempre al frente de cualquier adversidad que se nos presente.
¿Estás dejando que Dios te provea ahora? ¿Permites que la voluntad de Dios actúe en tu vida? ¿Tienes tu confianza puesta en Dios?