La palabra con “P”
En cuanto a conceptos, la idea de “pecado”, francamente es bastante impopular. La sola mención de ella crea una reacción negativa instintiva. ¿quién quiere oír crítica de si mismos? ¿hay en verdad alguna necesidad de ser tan negativos y condenar a todos de una forma tan arrasadora? La idea de pecado – la sola palabra – puede traer a la mente instituciones como la confesión con todos los sentimientos negativos de culpa que han sido inculcados.
Pero ninguna de estas es razón para no tomar en serio la realidad y las ramificaciones del pecado. El hecho de que el pecado sea un concepto tan desagradable no dice nada acerca de que sea verdad o no. si vamos a encarar la verdad sobre el mundo en que vivimos y algunas de las espantosas estadísticas que vimos en el capítulo anterior, entonces debemos empezar siendo honestos sobre nosotros mismos.
Yo, Dios y otros
Entonces, ¿qué es el pecado y cómo nos ayuda a entender el lado obscuro de nuestro mundo?
La Biblia lo explica simple: el pecado es lo que sucede cuando hacemos lo que queremos en vez de lo que Dios quiere. Es sobre ponernos a nosotros mismos antes que a Dios y a otros. Es un punto algo trillado, pero uno que vale la pena repetir: La palabra pecado en inglés (sin) tiene en medio la palabra I, que significa yo (s-I-n). Ese es el problema fundamental del pecado: me pone a mi primero cuando ese es el lugar que debería ser ocupado solo por Dios.
Una de las palabras hebreas que la Biblia usa para el concepto (¡tiene varias!) tiene el significado litera de “fallar en el blanco”. Esta es otra metáfora que nos ayuda a entender el pecado. Implica que Dios ha puesto el estándar o el blanco del comportamiento por el que los humanos deberíamos estar luchando: el cumplimiento de sus mandatos y hacer su voluntad. Cuando nos quedamos cortos en esto al hacer nuestras cosas y desobedeciéndolo (“fallando en el blanco”), entonces pecamos.
Todo tipo de consecuencias emanan de esta simple noción de pecado como un rechazo a los mandamientos de Dios en favor de uno mismo. Del pecado viene la ira, la avaricia, el oro, matar, explotar, robar, vandalismo, adulterio, hogares rotos, faltas de respeto, guerras, envidia, terrorismo … la lista sigue y sigue. El pecado explica porque la sociedad humana está en el estado en que está. Explica el origen de la crisis ambiental, los vecindarios inseguros, la tensión racial, abusos sexuales, la distribución injusta de la riqueza, la violencia doméstica – virtualmente todos los males que el mundo nos obliga a enfrentar cada vez que prendemos la televisión o escuchamos noticias.
Pero hace más que eso. También explica lo que sucede en nuestras propias vidas personales y nuestros corazones cada día. Todos tenemos una idea de como nos gustaría ser – un ideal, si gustas – como padre o madre, o esposo o esposa, como vecino, empleado, amigo o simplemente como ser humano. Pero raramente parecemos ser capaces de lograrlo. Llegamos a casa del trabajo y estamos cansados, así que estaremos con poco humor con nuestra pareja o alejaremos a los niños en vez de ser pacientes con ellos cuando quieren enseñarnos algo que han hecho. Podemos discutir y ser desagradables con alguien solo porque si. Podemos alegrarnos de la poca fortuna de otro si eso nos ayuda a aventajarnos. Nada de esto es la forma en la que nos gustaría portarnos idealmente, quizás, sin embargo, de vez en cuando nos quedamos cortos con el potencial de hacerlo bien. Este “pecado” no es solo algo que está “ahí afuera” que podemos culpar a otros que están catalogados como “criminales”; esta en cada uno de nosotros como individuos también.
Uniendo los puntos
Es un paso esencial conectar la experiencia de insuficiencias y pecado en nuestras propias vidas personales con los problemas que existen en el mundo en general de esta manera. Los dos están intrínsecamente relacionados – crucial e inevitablemente – pues es el mismo problema básico que está en el centro de ambos: el problema de fallar en el blanco, de yo mismo sobre Dios. No deberíamos tan solo sentarnos como un periodista sensacionalista moviendo el dedo hacia los demás o a los problemas de la sociedad como so no tuviéramos una mano en ellos.
Podemos pensar que los ejemplos en nuestra propia vida son relativamente inconsecuentes en comparación con algunas de las atrocidades en el mundo en general (este es la defensa de “¡pero nunca he matado a nadie!”) y muy probablemente sea cierto que hay una significante diferencia de escala y grado. Pero el punto que no debemos perder de vista es que el proceso básico que ha tomado lugar en nuestra propia experiencia personal es el que vemos desenvolverse una y otra vez en la sociedad en general.
El famoso escritor pasado G. K. Chesterton fue una vez solicitado por un periódico nacional importante para escribir una carta diciendo lo que el creía que estaba mal con el universo. Su carta fue muy breve:
Estimados señores,
Yo soy.
Fue una respuesta bastante perceptiva. No hubo señalamientos de dedo, excepto a si mismo. Apreció justo el punto que Jesús hizo muchos siglos atrás cuando dijo:
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lasciva, la envidia, la maldicencia, la soberbia, la insensatez. Todas las maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”
(Marcos 7:21-23)
Cientos de años antes de eso un profeta con el nombre de Jeremías exclamó algo similar:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
(Marcos 17:9)
Esto no es para decir que jamás hacemos nada bueno o que no existe la capacidad de dar desinteresadamente en los seres humanos – claramente existe, y vemos numerosos ejemplos de ello. Pero no todo es dulzura y luz para todo. Cuando piensas en algunos de los actos terribles de crueldad y opresión que han tomado lugar en la historia humana y que aún hoy suceden, es difícil no concordar con estas evaluaciones de la Biblia, y estar avergonzados de nosotros mismos como raza. Aunque los humanos hacen muchas, muchas cosas buenas, hay mucho mal que necesita ser explicado y redimido.
El problema entonces no es cierta batalla cósmica épica incluyendo a algo o alguien mas – en problema es, en cambio, que se relaciona con cada uno de nosotros como seres humanos a un nivel muy personal, y que si afecta a toda la humanidad. Los problemas de la sociedad son problemas que surgen por lo que somos como seres humanos. Corazones humanos, naturaleza humana, y pecado son los problemas que necesitan ser abordados, y eso es algo que comienza dentro del corazón de cada uno de nosotros. No podemos empezar realmente a encontrar la solución a menos que primero tomemos responsabilidad de nuestro propio comportamiento y nos adueñemos del problema a nivel personal.