En construcción
Trágico pero cierto, muchos de los problemas que echan a perder el mundo hoy en día son finalmente causados por elección humana. Son los seres humanos quieren eligen ir a la guerra, quienes compiten por poder y control sobre otros, quienes se explotan mutuamente, quienes participan en la corrupción y el amiguismo, y quienes fallan en la distribución igualitaria de los recursos del planeta. Son los seres humanos quienes abusan unos de otros, quienes roban y cometen crímenes, quienes dicen cosas crueles y se envidian. La causa esencial para el paradójico mundo tan-bueno-pero-tan-malo en el que vivimos parece yacer predominantemente en nosotros como seres humanos.
Este choque entre el bien y el mal ha sido infinitamente plasmado en la literatura y cinematografía (pensemos en El Señor de los Anillos o Star Wars por nombrar solo dos, pero son solo la punta del iceberg). Es una temática de la cual parecemos nunca cansarnos como raza, ¿pero por qué? ¿por qué estamos tan fascinados con por esta dicotomía, esta guerra interminable entre el bien y el mal contadas una y otra vez de tantas maneras tan variadas y a través de tantos medios? Quizás sea por que como individuos estamos envueltos en ese mismo drama que reconocemos que está en juego en el mundo, sabemos que la lucha está ahí – quizás incluso en nosotros mismos – y por lo tanto nos reflejamos en el conflicto una y otra vez con fascinación ineludible. En el fondo del corazón sabemos que no es una batalla de los Sith contra los Jedi o Mordor contra la comarca si no una batalla que es mucho más personal. Es el dilema humano – un drama que tiene la paradoja de la naturaleza humana en su centro.
La dura realidad
Necesitamos ahondar en esto. Uno de los factores que definen al ser humano es nuestra conciencia y nuestra habilidad para tomar decisiones libres. De acuerdo con la Biblia tenemos esta habilidad muy especial que se eleva del mero instinto y la respuesta Pavloviana porque Dios nos la ha dado como uno de Sus regalos más preciosos pero costosos, uno que nos distingue de los animales.
¿Por qué hizo esto cuando una de las consecuencias es la presencia de sufrimiento y maldad? Quizás hay dos maneras cercanamente relacionadas para contestar esto, una positiva y una negativa.
Ante la negativa, nuestra alternativa sería ser meros robots funcionando con un código pre programado o animales inferiores gobernados por instintos que jamás podríamos superar. ¿es en verdad eso lo que El o nosotros queremos? Alternativamente El podría permitirnos elegir el bien y luego electrocutarnos si elegimos el mal – ¡pero esto no es libertad! Este es el mundo de los perros de Pavlov, de ratas de laboratorio entrenadas con premios y shocks. Dios nos habría hecho mucho más inferiores si no nos hubiera hecho verdaderamente libres y nos permitiera enfrentar genuinamente las consecuencias de nuestras acciones.
Ante la positiva, el regalo de la libre voluntad permite a la creación ser algo de verdadero valor y carácter, la posibilidad de nuestro crecimiento de convertirnos en más de lo que fuimos antes. Es la libre voluntad lo que crea el potencial para el verdadero amor, para la compasión verdadera, y el perdón y para las relaciones que existen no porque tienen que, si no porque elegimos comprometernos a ellas a dónde nos lleven. Es la libertad de decisión lo que desbloquea la posibilidad para relaciones profundas y confraternidad no solo con los demás si no también con Dios mismo.
Al final del día, el precio de la libertad humana es alto, pero es un precio que Dios tuvo a bien considerar que valía la pena pagar. Dios no obtiene ninguna satisfacción o disfrute en esas ocasiones en las que tomamos malas decisiones y sufrimos las consecuencias debidas; no, lo entristece y lastima justo como lo haría a un padre que ve que su hijo toma decisiones insensatas. Por otro lado, le encanta cuando elegimos con nuestra propia voluntad buscarlo y adorarlo, cuando le mostramos que valoramos lo que dijo al intentar ponerlo en práctica, y cuando nos comprometemos con El en la meditación, acompañamiento y oración. Cuando las cosas salen mal El siempre está para brindarnos una mano y recibirnos de regreso con brazos abiertos y para darnos dirección hacia el futuro, justo como lo haría un padre humano.
El quiere salvarnos, pero no va a forzar su amor en nosotros. La calidad de nuestra relación con El depende de nuestra elección.
El panorama
El panorama, cuando damos un paso atrás y consideramos cosas del nivel de la sociedad humana entera, es el siguiente. El servicio y honor más grandes del hombre son adorar a Dios haciendo lo que Dios quiere (eso es lo mejor que puede llegar a ser la adoración – ibre y voluntariamente dada). Pero Dios no va a forzarlo en nosotros; depende de nosotros elegir. Seguido los seres humanos han elegido centrar su mundo en ellos mismos en vez de en Dios y muchas veces han hecho esto de maneras poco escrupulosas. Esa es la causa de la explotación, la mala distribución, el mal manejo. Es la consecuencia inevitable del libre albedrio. Debemos se muy cuidadosos de no culpar a Dios de decisiones que nosotros, como raza, hemos tomado. ¿realmente querríamos que nos redujera a animales inferiores o robots para que las malas decisiones del pasado no hubieran sucedido? No, el poder de elección tiene consigo el potencial para un bien de tal magnitud y una relación de tal belleza que por seguro no desearíamos que se fuera. Pero debemos estar preparados para soportar las consecuencias y entender que en cierta medida todos estamos implicados en ellas.
Es la libre voluntad humana, entonces, la que crea este periodo de “sitio en construcción” en el que estamos – un mundo en el camino a convertirse en el que Dios quiere, pero un mundo que definitivamente no ha llegado aún a su destino final. Aunque podemos confiar que todos los juicios y tribulaciones del proceso de construcción bien valdrá la pena al final. Dios lo promete. Puede ser confiado con modelar estrellas y planetas, crear los mares y los bosques, y la infinidad de creaturas increíbles que los habitan, si puede permitir la música y el arte, la compañía y el humor, entonces puede ser confiado con saber de lo que habla cuando nos dice Sus grandes planes para el mundo en todo su esplendor. Como lo dijo Jesús:
“pues si vosotros, siendo malos”, (por ejemplo, si tu como pecador que a veces miente, hace trampa y oprime), “sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
(Mateo 7:11)