No podemos experimentar el gozo que los discípulos deben haber sentido cuando vieron, no un cuerpo atormentado en la cruz, sino al Cristo inmortalizado, investido de toda autoridad en los cielos y en la tierra; y deben haber esperado con deleite ilimitado cada reaparición de su Señor.
Lamentablemente él iba a abandonarlos, prometiendo que siempre estaría con ellos, «hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Mientras tanto, se apareció a ellos durante cuarenta días, «hablándoles acerca del reino de Dios» (Hechos 1:3). En su evangelio, Lucas escribe de este período: «Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día» (Lucas 24:45-46).
Los discípulos habrían conocido las Escrituras (es decir, los escritos del Antiguo Testamento) mucho mejor que nosotros. Su primera lección en la escuela de la sinagoga, sus primeros intentos de lectura, sus primeros esfuerzos en memorizar largos pasajes, deben haber sido de las Escrituras. Pero conocer de memoria los escritos e interpretarlos son dos asuntos diferentes, y muchas cosas que ahora son claras para nosotros, como resultado de la vida, muerte y resurrección de Jesús, deben haber resultado confusas para ellos.
Aun cuando las Escrituras señalaban la muerte cruel del Mesías, a los discípulos les era difícil creer que el hombre que les había mostrado que tenía el poder de dar vida a los muertos, restaurar la vista a los ciegos y controlar tormentas, pudiera ser muerto en una cruz. De aquí su incredulidad y cobardía cuando Jesús fue arrestado y muerto. Pero ahora el resucitado Mesías estaba explicando las cosas que los habían confundido, dándoles una visión del reino que les quitó el temor a los peligros de persecución o a los dolores de la muerte.
La necesidad de estudiar
Nosotros también necesitamos tener abierto nuestro entendimiento de las Escrituras; y para nosotros esto significa el Antiguo y el Nuevo Testamento, pues no puede ser entendido el uno sin el otro, tal como Marcos lo explica en su evangelio: «Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en Isaías el profeta…» (Marcos 1:1-2). También como Jesús lo explicó a los judíos: «Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Juan 5:46).
El principal medio de estudio deben ser las lecturas diarias. Estas nos acostumbran a la lectura de ambos Testamentos; disciplinan nuestra concentración, y diariamente nos integran a la compañía de lectores y estudiosos del mundo entero que proporcionan alguna satisfacción al Padre y a Jesús, quien está con nosotros hasta el fin del mundo.
Si siguiéramos nuestras inclinaciones indisciplinadas leeríamos regularmente algunos libros y descuidaríamos otros, y en consecuencia nuestro entendimiento de los caminos de Dios y de su plan, sería incompleto. En cierto modo, por ejemplo, Cristo está presente en todas las Escrituras, y a través de todas ellas Dios se revela a sí mismo y revela sus propósitos.
Es también por medio de una lectura cuidadosa de la vida de los antiguos y de las formas en que Dios les ayudó a resolver sus problemas, que aprendemos más acerca de nosotros mismos y nuestros problemas. Aprendiendo estas cosas nos preparamos para la tarea de gobernar a las naciones en el reino con divina sabiduría, entendimiento y compasión, pues nosotros, de la misma manera que Jesús, tenemos que aprender obediencia por medio de las cosas que soportamos.
Si dos personas se asocian para la lectura sería instructivo que uno leyera un capítulo de la versión Reina-Valera, mientras el otro siguiera la lectura en la versión Nácar-Colunga, para citar un ejemplo. Las diferencias pueden ser discutidas después que se ha terminado el capítulo. La lectura en alta voz es un buen entrenamiento para los hermanos jóvenes que pudieran ser llamados a leer en la iglesia. En la actualidad el nivel de lectura en voz alta no es muy elevado. Si más de dos personas toman parte en las lecturas, como es el caso de una familia, una práctica común es que cada uno lea cinco versículos.
Problemas que surgen
Procediendo con las lecturas, comenzarán a surgir problemas. ¿Cuál es el significado de esta o aquella palabra? La mayor parte de palabras bíblicas oscuras se definen en un buen diccionario del idioma, y es útil tener uno a mano cuando se hacen las lecturas.
Palabras oscuras no son las únicas dificultades que surgen: un versículo, o un número de versículos pueden ser difíciles de entender. Aquí es donde buenas referencias marginales pueden ser útiles. Por ejemplo, leyendo la penetrante y exaltada epístola del encarcelado apóstol Pablo a los efesios, podemos entenderlo cuando escribe: «Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados» (Efesios 4:1). También sabemos qué está dando a entender cuando enfatiza la unidad de todas las cosas en el Padre por medio del Hijo (Efesios 4:4-7). Pero cuando prosigue: «Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres,» ¿qué está tratando de comunicarnos?
En nuestra versión bíblica encontramos dentro de esta cita una pequeña «c» cuya nota marginal indica que se trata de una cita de Salmos 68:18. En primer lugar, Pablo nos ha llevado hasta Salmos 68 en el cual se relata el maravilloso amor de Dios manifestado a los hijos de Israel cuando son rescatados por medio de Moisés de la cautividad en Egipto. Si leemos cuidadosamente veremos que en el Exodo se describen siete estaciones de esta salvación de Israel: (1) La salida de los prisioneros (versículos 1-6); (2) Dios va delante de ellos a través del desierto (7-10); (3) Los reyes de Canaán son esparcidos (11-14); (4) Dios asciende a las alturas, al lugar santo, con su pueblo (15-18); (5) Se desenvuelve como el Dios de su salvación (19-23); (6) Establecimiento de Dios en el santuario para que el pueblo pueda cantar sus alabanzas (24-27); (7) Alabanzas a Dios cantadas por los reinos de la tierra (28-35).
¿Por qué Pablo refirió a sus lectores a este salmo? Para que pudieran ver que de la misma manera que Dios condujo a una multitud de cautivos fuera de la esclavitud egipcia, así también Cristo ha conducido a una multitud de cautivos fuera del Egipto del pecado.
Mientras que las referencias marginales han arrojado luz sobre la mayor parte de este versículo, no encontramos referencia para la última parte: «y dio dones a los hombres.» Solamente la concordancia puede ayudarnos. Pero ¿qué buscaremos? Dones relacionados con el pueblo de Dios que estuvo cautivo y fue liberado. Números 18:6 proporciona la respuesta: «Porque he aquí, yo he tomado a vuestros hermanos los levitas de entre los hijos de Israel, dados a vosotros en don de Jehová, para que sirvan en el ministerio del tabernáculo de reunión.» Así que algunos de los cautivos fueron escogidos como un don para Dios, con el fin prestar servicios especiales al resto de la congregación.
Ahora podemos ver la relevancia de lo que Pablo escribió en la última parte del versículo, «y dio dones a los hombres.» Cristo ha escogido de los cautivos que él ha rescatado para servir al resto de la congregación en su tabernáculo o iglesia, a aquellos que se han de dedicar a este trabajo. Esta es la forma como Pablo define los dones de Cristo: «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles (hombres especialmente enviados o escogidos); a otros, profetas (los que públicamente exponen la Palabra); a otros, evangelistas (quienes predican las buenas nuevas); a otros, pastores (apacentadores del rebaño) y maestros (instructores)» (Efesios 4:11). Todos estos son escogidos como un don del Señor para «perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Efesios 4:12). Todos estos oficios tienen su equivalente en la iglesia de hoy. Pero ¿cuántos de los que han sido escogidos para tal servicio se dedican de modo que realmente puedan ser vistos como un don al Señor como también a los hombres?
Mucho puede aprenderse de esta clase de lecturas comentadas de los capítulos diarios, y ninguno de nosotros necesita ser un intelectual para seguir tal régimen de lectura. Pero esto necesita un poco más de tiempo que la simple lectura de capítulos. Después de todo es nuestra educación espiritual; en esto estamos siendo educados para vida eterna. La educación secular puede prepararnos solamente para esta vida transitoria. ¿Cuál es la más importante?
Estudio concentrado
Hemos dicho que el medio principal de estudio deben ser las lecturas diarias, y no seríamos sabios si descuidáramos esta guía y sostén espiritual. Pero como hijos e hijas de Dios a quienes ha sido prometida la herencia del reino y a quienes él desea conceder la inefable gloria de su «todo en todos,» ¿podríamos suponer que hemos completado nuestros estudios cuando hemos hecho las lecturas diarias?
No puede haber duda de que el Padre, su hijo Jesús, y los ángeles son incesantemente creativos. El control divino de la vida y del universo continúa sin pausa, pues Dios «ha señalado un día» y todas las cosas se mueven hacia ese momento en el tiempo y la historia, el cual espera una hueste de hijos adoptados. Así como el Padre, nosotros debemos ser espiritualmente creativos; debemos saber más acerca de cómo él ha obrado en el pasado, y cómo está llevando a cabo su plan hasta el último día del tiempo histórico.
En nuestra educación secular, oficios, negocios o profesiones con frecuencia somos concienzudos, esforzados y eficientes. Pero tendemos a ser descuidados y negligentes en la organización de los negocios de nuestro Padre. Si cada uno de nosotros pudiera organizar el tiempo para un estudio más concentrado de las Escrituras, desarrollaríamos un conocimiento más amplio de los propósitos de Dios y de sus caminos, y una visión profunda del futuro glorioso que él ha prometido.
Nada es en vano en la Biblia; cada libro tiene su propósito. Por ejemplo, el libro de Proverbios no es sólo una colección de simples dichos que contienen enseñanza instructiva, tal como «el peso falso es abominación a Jehová; mas la pesa cabal le agrada» (Proverbios 11:1), mostrando que Dios se preocupa aun de que el mercader mantenga una medida correcta. También es una revelación del misterio, autoridad y poder del Creador.
Algunos teólogos de la actualidad hablan de traer a Dios de «arriba» convirtiéndolo en la base del ser humano de «abajo» como si Dios siempre hubiera estado confinado a un restringido papel «arriba.» Los Proverbios nos muestran lo contrario: «No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere» (Proverbios 3:11-12). Dios es el mismo tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. De aquí que el escritor de Hebreos, hablando de la paternidad de Dios, cita este versículo de Proverbios (Hebreos 12:5).
¿Por qué no realizar un estudio concentrado de este libro? Es un estudio que la mayoría evita, aunque Proverbios está lleno de fascinantes análisis y revelaciones del eterno amor de Dios. Este libro revela el trasfondo de Juan 1:1. ¿Recuerda este versículo? «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.» Ahora lea Proverbios 8 que revela el origen de la sabiduría divina:
«Jehová me poseía en el principio,
Ya de antiguo, antes de sus obras.
Eternamente tuve el principado, desde el principio,
Antes de la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada;
Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.
Antes que los montes fuesen formados,
Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;
No había aún hecho la tierra, ni los campos,
Ni el principio del polvo del mundo.»(Proverbios 8:22-26)
Ahora recordemos el Verbo que «fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14). La cita de Proverbios hará que nos demos cuenta un poco de la eternidad de la sabiduría de Dios que concibió y vio anticipadamente a su Hijo y la gloria majestuosa de esa sabiduría que fue manifestada en la carne de aquel Hijo quien nació en el debido tiempo. Por medio de este estudio se amplía nuestro conocimiento del Padre y se engrandece nuestro concepto de Jesús. La conclusión de Proverbios 8 es importante para el tema del estudio bíblico:
«Ahora, pues, hijos, oídme,
Y bienaventurados los que guardan mis caminos.
Atended el consejo, y sed sabios,
Y no lo menospreciéis.
Bienaventurado el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada día,
Aguardando a los postes de mis puertas.
Porque el que me halle, hallará la vida,
Y alcanzará el favor de Jehová.»(Proverbios 8:32-35)
Ayudas para el estudio
Es un buen sistema estudiar un libro del Antiguo Testamento y luego uno del Nuevo, y después de estudiar un libro como Proverbios sería instructivo leer acerca del Hijo, quien fue la suprema manifestación de la sabiduría del Padre, según el relato del Evangelio de Marcos. Este libro es suficientemente corto para ser leído fácilmente y de una vez, y de tal lectura uno puede obtener un concepto de Jesús en forma nunca antes experimentada.
Nadie ni nada debe interponerse entre la Biblia y usted en su primera lectura y estudio concentrado, porque ésta es una de las formas como usted arregla, adorna o embellece la lámpara, que es la Palabra, como se ilustra en la parábola de las vírgenes prudentes e insensatas. Más tarde, cuando usted haya notado las dificultades que le gustaría resolver, sería muy útil leer los pensamientos de otros. Dos obras de gran ayuda sobre Marcos serían El Evangelio del Hijo de Dios, del hermano L. G. Sargent, y El Evangelio de Marcos, del hermano Alfred Norris (disponibles en el idioma inglés)
Después del estudio de un evangelio, Ud. encontrará provechoso estudiar un libro profético como Ezequiel, y después de su lectura y estudio cuidadoso algunas dificultades podrán ser despejadas leyendo El Libro del Profeta Ezequiel (también disponible sólo en inglés) del hermano W. H. Boulton. Si usted sigue un plan como éste, sus estudios se volverán ordenados, espiritualmente instructivos e inspiradores. Usted estará progresando en su educación divina.
Tras el estudio de un libro profético usted podría retornar al Nuevo Testamento para estudiar una epístola. La que es única en el sentido de que no trata problemas en la iglesia, aunque es la suma de todo lo mejor de los inspirados escritos de Pablo, es la Epístola a los Efesios. Leerla de una sola vez es entender más claramente la intención de Pablo, pues comenzando con el origen, condición y gloria de los santos, describe las implicaciones de estas cosas en relación con la vida diaria. Para lectura y estudio sería útil La Biblia del Lector Moderno, y para lectura posterior, Retrato de un Santo del hermano John Marshall, y La Carta a los Efesios del hermano John Carter (todos disponibles en idioma inglés).
Uso de Biblias
Hay diferentes Biblias para diferentes propósitos. Es una tradición largamente establecida para los creyentes de habla española la de usar la versión Reina—Valera. Otra versión muy útil, especialmente para estudiantes muy dedicados de las Escrituras, sería La Biblia Interlineal. La versión Dios Habla Hoy nos puede ayudar a entender mejor algunos pasajes porque su vocabulario está un poco más actualizado.
Cualquier versión de la Biblia que se use nos proporciona educación para la vida eterna, guía a través de la perplejidad de los problemas de la vida presente, fortaleza y consuelo en los momentos de debilidad y una visión de una época gloriosa que ni aun la Biblia puede comunicar adecuadamente, aun cuando puede insinuar su gloria: «He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios» (Apocalipsis 21:3). ¿Quién puede decir las bendiciones contenidas en estas palabras?
John Marshall
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Publicado por la Misión Bíblica Cristadelfiana
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