Nuestra mejor herramienta para comprender la Biblia es ella misma.
En las lecturas diarias de esta semana estamos leyendo tres partes de la Biblia que ilustran claramente la importancia del uso de la Biblia misma para entender la Biblia. En este mes de septiembre nos encontramos en 2 Reyes leyendo acerca del rey Ezequías y a principios tanto de la profecía de Ezequiel como del Evangelio de Lucas. Para cada una de estas secciones de la Biblia hay otros libros y autores que describen los mismos sucesos o sucesos similares desde otros lugares u otros puntos de vista.
Leer para comprender el mensaje
Consideremos primero la vida del rey Ezequías, comenzando en 2 Reyes 18. Este rey, descendiente de David, gobernaba el reino de Judá en un momento crítico. El imperio asirio estaba en pleno ascenso. Recién había llevado al cautiverio a los moradores del reino de Israel, justo al norte de Judá. Lo que debemos saber es que mientras los libros de Reyes nos relatan la historia tanto de Judá como de Israel, los libros de Crónicas hablan sólo de Judá, pero durante el mismo periodo. De manera que si queremos visualizar mejor los acontecimientos del reinado de Ezequías en un contexto amplio, es conveniente leer Reyes y Crónicas en paralelo. Y podemos llegar a tener un conocimiento más completo aún de la época de Ezequías porque el profeta Isaías es contemporáneo de él. En los capítulos 36 al 39 de su libro, Isaías también describe la invasión de los asirios y de la conversación entre Dios, el rey y el profeta durante esta crisis.
Cien años más tarde se da una situación similar. En esta ocasión es el rey Nabucodonosor de Babilonia quien ha invadido el reino de Judá. Durante este período los profetas Jeremías y Ezequiel están activos al mismo tiempo, con la diferencia de que Jeremías reside aún en Jerusalén mientras Ezequiel profetiza desde Babilonia, porque ya fue llevado al cautiverio. Y una vez más, Reyes y Crónicas describen la misma situación con detalles diferentes. Así que, leyendo estos cuatro libros podemos combinar cuatro perspectivas para lograr tener una idea completa de lo que sucede durante la notoria invasión de Nabucodonosor y el cautiverio babilónico.
Si nos familiarizamos con la estructura general del Antiguo Testamento con la ubicación en el tiempo y en el espacio de los diferentes libros podemos formarnos una mejor idea de su contenido. Se pueden encontrar en Internet cronogramas que incluyen toda esta información, pero para que se nos quede en la mente es mucho mejor crear uno nosotros mismos con papel y lapices de color.
En la tercera lectura, la del Nuevo Testamento, estamos dando inicio al evangelio de Lucas. Éste es el tercer testimonio, tras Mateo y Marcos, del ministerio de Cristo Jesús. Un pasaje sumamente interesante es Lucas 4:16-21, donde se nos dice de Jesús:
Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Si tenemos una Biblia con referencias veremos que Jesús estaba leyendo Isaías 61. En otras palabras, para ayudarnos a comprender el mensaje y el ministerio de Cristo, ¡tenemos como recurso no sólo los 4 evangelios sino también los profetas del Antiguo Testamento!
Te animamos a que leas la Biblia todos los días. Y no se te olvide que para entenderla mejor, tu herramienta más útil es la Biblia misma.