Después del reinado del hijo de David, Salomón (quien construyó el templo), la nación de Israel se dividió en dos reinos. El Reino del Norte fue conocido como Israel, y el Reino del Sur fue conocido como Judá. A pesar de que ambas naciones continuaron con la idolatría, los del norte abandonaron a Dios más frecuentemente y fueron destruidos en el año 722 a.C. por los Asirios. Los del sur fueron bendecidos debido a que algunos reyes estuvieron dedicados a Dios y le siguieron. Un ejemplo es Josías, el enfoque del estudio de hoy.
Por supuesto surge la pregunta: ¿por qué inquirimos en la vida de un rey al final del reino de Judá? El testimonio bíblico nos da la respuesta: “
“Hizo lo recto ante los ojos de Jehová y anduvo en todo el camino de David, su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.” (2 Reyes 22:2).
Es cierto que podemos recibir lecciones muy importantes por medio de una investigación de la vida de un rey que fue bendecido por Dios en esta manera. Recordamos lo que el apóstol Pedro dijo con respecto de la responsabilidad de los creyentes en Cristo, la promesa de ser “reyes” y “sacerdotes”. Nuestro comportamiento en la nueva vida en Cristo debería ser examinado mientras escudriñamos la vida de un hombre quien no se apartó “a derecha ni a izquierda”.
Un rey joven y el hallazgo de la Ley (2 Reyes 22:1-8)
Josías llegó a ser rey de Judá en el año 640 a.C. cuando él tenía ocho años de edad. Su padre, Amón y su abuelo Manasés fueron reyes inicuos que no honraron a Dios (2 Reyes 21). De hecho, Amón fue asesinado por sus oficiales y el “pueblo” proclamó rey a Josías. Ellos estuvieron dispuestos a entregarle el reino a un niño quien indudablemente había sido entrenado por los oficiales de la corte que también servían y honraban a Dios.
Después de dos pésimos reyes encontramos nuevamente a un rey que está a la altura de la norma establecida por David. La breve descripción de la vida de Josías en 2 Reyes 23:25 es un testimonio poderoso del carácter y devoción del rey.
En 2 Reyes 22:3–7 vemos en curso un programa de renovación del templo porque el templo había sido dedicado a prácticas extranjeras durante el reinado de Atalía. El abuso del templo durante los reinados de Manasés y Amón ofrece la explicación lógica para las actividades de Josías. En el curso de las renovaciones el sumo sacerdote Hilcías descubrió el “libro de la Ley” (es decir, la ley de Moisés, el Pentateuco – los primeros cinco libros de la Biblia) en el templo (v.8).
Era el ejemplar del templo, el cual, habiendo sido puesto (Deuteronomio 31:25-26) al lado del arca en el lugar santísimo durante los reinados malvados de Manasés y Amón, tal vez bajo Acaz, cuando el templo mismo había sido profanado con los ídolos. El arca también (2 Crónicas 35:3) fue quitada de su sitio. Por eso, de alguna manera, se perdió el “libro de la Ley”.
La lectura de la Ley
Entregado por Hilcías el descubridor a Safán el escriba, por medio de éste fue mostrado y leído al rey. Se ha creído que el pasaje leído al rey, y por el cual la mente real fue tan grandemente excitada, probablemente fue una porción de Deuteronomio 28, 29 y 30, en donde se cuenta de la renovación del pacto nacional, y una enumeración de las terribles amenazas y maldiciones denunciadas contra todos los que violasen la ley, ya fuera príncipe o alguien del pueblo.
Cuando se leyó el libro y Josías escuchó lo que contenía, su reacción fue de intensa angustia (2 Reyes 22:10-11). Las impresiones de pesar y terror que la lectura produjo en la mente de Josías, han parecido a muchos inexplicables. Pero, seguramente por el conocimiento extenso y familiar manifestado por los profetas, que había otros ejemplares en circulación popular, el rey tenía que conocer hasta cierto punto su sagrado contenido. Pero pudo haber sido desconocido por él el pasaje leído; o la lectura del mismo, en las circunstancias peculiares, pudo haber llegado a su corazón de una manera que él nunca antes lo había sentido. Su firme fe en la palabra divina, y su doloroso sentimiento interior de que las prolongadas apostasías de la nación los habían expuesto al castigo de los juicios denunciados, tuvieron que tener un aspecto abrumador sobre el corazón de tan piadoso príncipe. Como resultado, instituyó las medidas que se describen en 2 Reyes 23.
Sin embargo, sería un error concluir por estos acontecimientos que Josías se convirtió en un reformador por la razón del hallazgo del “libro de la Ley” en su decimoctavo año. Las reparaciones del templo sugieren que ya se estaban implementando reformas religiosas cuando se encontró el libro, y el relato del cronista lo confirma (2 Crónicas 34:3–7).
Escuchar la Palabra de Dios leída en voz alta fue una experiencia emocional para el rey. Si esta era la única copia existente, entonces Josías estaba escuchando para validar todo lo que se le había enseñado por la tradición oral. Eso debió ser sido una experiencia en verdad conmovedora. Si ya existían múltiples copias, Josías puede que no estuviera escuchando el pasaje por primera vez. Sin embargo, cualquier lectura pública de la Palabra de Dios puede ser (y debe ser) una experiencia que nos inspire y desafíe. El término “escuchar” en el hebreo puede significar mucho más que simplemente escuchar. También puede referirse a aceptar, entender, y obedecer lo que se está escuchando. El que el rey rasgara sus vestiduras costosas no debe tomarse a la ligera. Era un símbolo de arrepentimiento.
Punto de reflexión
Para quienes han crecido en la iglesia y han leído la Biblia toda su vida, una lectura pública de la Biblia en un servicio de adoración tal vez parezca rutinario. A veces puede que enfoquemos demasiado en quién está haciendo la lectura.
La próxima vez que escuche a alguien leer la Biblia en voz alta, ignore las distracciones, el dialecto o las malas pronunciaciones, y permita que la verdad del pasaje siendo leído le convenza y cambie su día.
Una segunda reacción del rey (2 Reyes 22:12-13) al escuchar la lectura del “libro de la Ley” fue la de enviar una delegación para encontrar un significado más profundo de lo que había escuchado. Cuando escuchamos o leemos pasajes que no entendemos en la Biblia, debemos buscar respuestas en fuentes de confianza. Esto fue exactamente lo que Josías hizo. El hecho de que envió a cinco hombres en vez de uno es un indicio de cuán importante este asunto era para el rey. El Reino del Norte de Israel ya había caído en manos de los asirios y Josías sabía que su reino estaba amenazado también. Él hizo la conexión entre los pecados de sus padres y los problemas militares/políticos a los que él se enfrentaba. El pueblo de Dios estaba siendo castigado por su idolatría.
La reacción de Josías muestra que el contenido del libro, en verdad, era muy serio. Sus demandas no habían sido realizadas y el rey temía las consecuencias (2 Reyes 22:13). Cuando el rey ordenó que se consultara a Jehovah, el sumo sacerdote, el secretario y el ayudante consultaron a la profetisa Hulda, de la cual sólo se sabe lo que dicen estos versículos.
Hulda solo dio un pobre consuelo. Confirmó las conclusiones del mismo Josías de que la ira de Jehovah se había encendido contra Judá porque se habían ignorado las demandas del libro. (La defensa de que no se había obedecido el libro porque estaba perdido no hubiera sido válida, porque el libro se había perdido en primer lugar debido a que había dejado de tener importancia; se presume que esto sucedió durante el reinado de Manasés.)
Dos veces el libro habló de una catástrofe inminente y aparentemente inevitable (2 Reyes 22:16, 20). Pero al menos Josías no la vería gracias a la devoción con la que había respondido a las demandas del libro (vs.19-20).
La Biblia que tenemos en las manos
Una sólida creencia en la total inspiración de las Escrituras es vital. Los hombres que escribieron la Biblia fueron guiados irresistiblemente por el Espíritu que los inspiraba, de manera que sus palabras no eran suyas. Siendo la palabra de Dios la Verdad (Juan 17:17), que proporciona reprensión y corrección (2 Timoteo 3:16-17), no es sorprendente que esta sea impopular para muchas personas, porque la Verdad hiere.
Lo que aprendimos en 2 Pedro 1:19-21 es que la palabra de Dios no es la opinión personal de los hombres, sino el resultado de hombres que fueron inspirados para escribir lo que les fue revelado. El profeta Amós reflexionó: “…Si habla Jehová, el Señor, ¿quién no profetizará?” (Amós 3:8).
Si estos hombres eran inspirados sólo en parte, entonces no tenemos acceso a la verdadera palabra o Espíritu de Dios. Si lo que ellos escribieron era realmente la palabra de Dios, entonces se sobrentiende que ellos tuvieron que ser absorbidos completamente por el Espíritu de Dios durante el período de inspiración. De otro modo, el producto no habría sido la palabra de Dios en su pureza. La aceptación de que la palabra de Dios es completamente suya, nos proporciona más motivación para leerla y obedecerla.
“Sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo” (Salmo 119:140).
El poder de la Palabra de Dios
El Espíritu de Dios se refiere no sólo a Su mente/disposición, sino también al poder por el cual expresa esos pensamientos; por lo tanto, podemos estar confiados en que su palabra/espíritu no es tan sólo una declaración de su mente; sino que hay también un poder dinámico en esa palabra.
Con una verdadera apreciación de ese poder, deberíamos estar ansiosos de utilizarlo; cualquier sentimiento de turbación en relación con esto se debería eliminar con nuestro conocimiento de que la obediencia a la palabra de Dios, nos dará el poder que necesitamos para librarnos rápidamente de las insignificancias de esta vida y avanzar hacia la salvación. Con mucha experiencia en esto, Pablo escribió:
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación” (Romanos 1:16).
Por lo tanto, el estudio bíblico y su aplicación en nuestra vida es un proceso dinámico. Esto no tiene relación con el enfoque frío y académico de los teólogos como tampoco con el ‘cristianismo’ cuando citan brevemente algunos pasajes; pero no hacen esfuerzo alguno por entenderlos y aplicarlos.
“La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12).
Por medio de la palabra, Dios obra activamente en la mente de los verdaderos creyentes, a cada hora del día. Por consiguiente, el evangelio que nosotros estamos aprendiendo, es el verdadero poder de Dios; si nos lo permite, puede obrar en su vida para transformarlo en un hijo de Dios, mostrando, hasta cierto grado, el espíritu/mente de Dios en esta vida, preparándolo para el cambio a la naturaleza espiritual de Dios, lo cual ocurrirá al regreso de Cristo (2 Pedro 1:4).
El estudio provechoso de las Escrituras
¿Cómo podrá una persona estudiar e interpretar un libro tan profundo y altamente espiritual como es la Biblia? Bueno en pocas palabras respondemos: Para el estudio provechoso y recta comprensión de las Escrituras se necesita, pues, por lo menos un espíritu respetuoso, amante de la verdad, paciente en el estudio y dotado de prudencia.
La vida está repleta de decisiones. Decisiones grandes y pequeñas, y muchas otras entre los dos extremos. Para el creyente que conoce los principios establecidos por Dios, el problema de tomar decisiones se simplifica. Esto es lo que quiere decir la Escritura en Salmo 119:105:
«Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.»
Resulta mejor preparase para vivir de acuerdo a los principios bíblicos, atesorándolos en la mente por anticipado antes que se presenten las crisis, y esperar que las emociones, las pasiones y las presiones de la vida nos hayan cercado, para así decidir que hacer.
En los Salmos, por ejemplo, el adorador toma la palabra para dirigirse a Dios y compartir las experiencias y las aspiraciones más profundas de la vida – las luchas y esperanzas, triunfos y fracasos, adoración y rebeldía, gratitud y arrepentimiento, las calamidades y miserias que afectan a la humanidad.
El largo poema, Salmo 119, es uno de los salmos llamados ‘acrósticos’ y es un canto en loor de la Ley de Dios. Consta de veintidós estrofas, de acuerdo con el número de letras del alfabeto hebreo. Cada estrofa, a su vez, está compuesta de ocho versículos que comienzan siempre con la letra correspondiente a la estrofa. La primera estrofa corresponde a Aleph, la primera del alfabeto hebreo. Posiblemente, de todas las formas peculiares del género poético hebreo, el ‘paralelismo’ sea la más fácil de reconocer en una traducción al castellano. El paralelismo ofrece una especie de ‘rima de ideas’.
Nosotros recibimos la Escritura con todo respeto porque Jehová dice:
«Pero yo miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra.» (Isaías 66:2).
La fuente de toda luz y sabiduría es Dios. Por eso vamos a recordar el ejemplo de David:
«Enséñame, Jehová, el camino de tus estatutos y lo guardaré hasta el fin.» (Salmo 119:33).
En general suelen distinguirse tres formas de paralelismo que:
- consiste en expresar dos veces la misma idea con palabras distintas;
- se establece por la oposición o el contraste de dos ideas o imágenes poéticas;
- se da cuando el segundo miembro prolonga o termina de expresar el pensamiento anunciado en el primero, añadiendo elementos nuevos.
Los títulos hebreos de los salmos unas veces hacen referencia a la persona a quien se atribuye la composición del poema. En casi la mitad de los casos se identifica con el rey David. Aunque el autor del Salmo 119 es anónimo, el contenido sugiere que fue David durante la persecución en la corte de Saúl.
El autor del Salmo dice (v.97):
«¡Cuánto amo yo tu Ley! ¡Todo el día es ella mi meditación!»
La absorbe completamente. El salmista emplea términos diferentes para la ley, tales como: ley, testimonios, caminos, mandamientos, estatutos, juicios, palabras, dichos.
(¡Sin embargo, sólo en vs. 90 y 122 no nos los encontramos!)
Las reformas de Josías (2 Reyes 23:4–20)
Estos versículos muestran cómo quitaron y destruyeron todos los objetos de las prácticas idólatras introducidas por Manasés. El hecho de que el informe de esto viene a continuación de la renovación del pacto implica que todas estas acciones se cumplieron en respuesta al “libro de la Ley”.
Algunos de los objetos que se quemaron debieron haber sido de metal o de piedra de modo que sólo se podían quemar simbólicamente sin destruirlos del todo. Simbólico también fue el sacar las cenizas y llevarlas a Betel (v.4) como también el arrojar el polvo del árbol de Asera sobre las tumbas del valle Cedrón (v.6 ¿para que el mismo polvo fuera profanado?).
Dice el Nuevo Comentario Bíblico – Siglo veintiuno: “No está claro qué medidas tomó Josías contra los sacerdotes idólatras de los lugares altos de Judá en el v.5. El verbo “quitó” puede tener el significado de “deponer” o “destruir”. En el caso de los sacerdotes de los lugares altos de Samaria ciertamente los destruyó (v.20). Sin embargo, ya que el v.5 no utiliza el mismo verbo explícito como en el v.20, es mejor asumir que simplemente los depuso. Estos sacerdotes idólatras no eran los mismos de los lugares altos que se mencionan en los vs.8, 9. El sustantivo hebreo utilizado en el v.5 se refiere específicamente a los sacerdotes de deidades extranjeras y éste no se emplea en los vs.8 y 9. Los sacerdotes de esa sección eran sacerdotes de Jehovah que servían al Señor en los lugares altos y no en Jerusalén. El significado del v.9 es oscuro, pero probablemente quiere decir que después de que los trajeron a Jerusalén comieron con los otros sacerdotes de allí (literalmente “sus hermanos”), mas no tomaban parte en los holocaustos del templo.”
Jeremías también se refiere a Tófet (se piensa que el nombre significa “chimenea”) como uno de los lugares donde se ofrecían sacrificios humanos (Jeremías 7:31). Los lugares altos establecidos por Salomón en el monte al este de Jerusalén también fueron profanados (vs.13-14). Las reformas de Josías deben haber sido más agotadoras que todas las anteriores porque evidentemente reyes reformadores previos habían dejado las piedras rituales y las imágenes de Asera intactas en algunos sitios (v.14).
Josías celebró la Pascua (2 Reyes 23:21-23)
La Pascua de Josías no fue una fiesta para celebrar sus reformas. La Pascua se celebró en obediencia al libro del pacto (v.21). Estos versículos no quieren decir que la Pascua no se había celebrado para nada desde el período de los jueces o de la monarquía; lo que se da a entender es que la de Josías fue única en su alcance y en la forma en que se celebró. En lugar de ser un festival familiar celebrado en casa, como está previsto en Éxodo 12–13, Josías hizo un festival nacional centralizado en Jerusalén, de acuerdo con Deuteronomio 16:1–8. (Según 2 Crónicas 30 Ezequías organizó una celebración de la Pascua a nivel nacional en Jerusalén, pero fue un poco irregular porque se celebró en el segundo mes en vez del primero.)
La pascua de Éxodo 12 se refiere al acontecimiento histórico original de la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto. En la noche de la pascua en Egipto, los dinteles y los postes de todas las puertas israelitas fueron rociadas con la sangre de un cordero, la víctima pascual.
La palabra hebrea para pascua proviene de un verbo que significa “pasar por alto”, en el sentido de “perdonar, excusar” (Éxodo 12:13, 27). Dios pasó por alto o por encima de las casas de los israelitas que estaban marcadas con la sangre rociada, mientras que hirió a los primogénitos en las casas de los egipcios.
El mes Abib, luego llamado Nisán, el mes en que maduran las espigas y el de la primera pascua, se estableció, en consecuencia, como el primer mes del año judío (Éxodo 12:2; Deuteronomio 16:1). En el Nuevo Testamento, todos los israelitas varones debían concurrir a Jerusalén tres veces por año, para la fiesta de la pascua, la de las semanas o Pentecostés, y la de los tabernáculos.
La pascua señaló el comienzo de una nueva era para el pueblo de Dios. Sólo a partir de la redención, la vida de Israel pasa a tener verdadero significado, por el hecho de andar con Dios. El apóstol Pablo enseña que Jesús es nuestra pascua (1 Corintios 5:7 ).
¿Cómo comieron los israelitas la primera pascua? Del análisis de esa pregunta buscaremos las enseñanzas para nuestros tiempos:
Con los lomos ceñidos ( Éxodo 12:11). En el día de hoy, nosotros como creyentes debemos participar de nuestra pascua con los lomos ceñidos con la verdad, listos para partir de «Egipto» que en sentido figurado representa al mundo .
Dice en Éxodo 12:11 : «Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos…»
Efesios 6:14 nos define la forma en que debemos estar siempre listos para participar de Cristo; no sólo el ceñirse con la verdad sino el vestirse con «la coraza de la justicia». El Señor Jesús recomienda en
Lucas 12:35-36 , «Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su Señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida».
Con los pies calzados ( Éxodo 12:11 ). Los israelitas tenían que estar listos en todo el sentido de la palabra.
Según Efesios 6:15 , las sandalias en los pies hablan de la predicación del Evangelio. Romanos 10:15 dice «…¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian buenas nuevas!» Todo hijo de Dios que ha obedecido el Evangelio de Cristo, debe estar dispuesto a calzarse la predicación del Evangelio como parte del estar listo siempre.
Con el cayado en las manos (Éxodo 12:11 ). La idea presentada es que todo creyente es extranjero y peregrino aquí en la tierra. Este es el testimonio del salmista (Salmo 119:19), «Forastero soy en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos» . Tenemos también el testimonio del escritor de la epístola a los Hebreos:
«Conforme a la fe murieron todos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra» ( Hebreos 11:13 ).
Ese debe ser el sentir de los hijos de Dios, para que no caigamos de la gracia de Dios al desear la vida mundana que ofrece el mundo. En ese sentido nos exhorta Pedro: «Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma» ( 1 Pedro 2:11 ).
La última cena
La reunión dominical que recuerda la vida y muerte de Jesús se inscribe dentro del contexto de la Pascua del Antiguo Testamento (Éxodo 12:1-28; Levítico 23:4-8; Deuteronomio 16:1-8). Sin embargo, es evidente que Jesús participó con sus discípulos de la última cena antes de que se celebrase la Pascua del 14 de Nisán. Aquí identificamos dos de las fiestas judías:
La Pascua: 14 de nisán (marzo-abril); El Pan sin levadura: 15-21 de nisán (marzo-abril)
Se nota como Marcos describe las dos fiestas (Marcos 14)
En Juan 13:1 dice “antes de la fiesta de la Pascua…” se refiere “antes de la celebración del rito pascual”. Con respecto a la frase “poder comer la Pascua” (Juan 18:28) se debe al hecho de que la Pascua propia, la celebración pascual, era seguida por la Fiesta de los Panes sin Levadura, que también recibía el nombre de la Pascua. Los sacrificios que se ofrecían y comían durante la semana de esta fiesta eran también llamados “La Pascua”.
Otra modificación es la presencia de vino en la fiesta aquella noche de Jesús con sus discípulos. La Pascua Bíblica menciona tres elementos:
- El cordero
- Los panes sin levadura
- Las hierbas amargas.
En Lucas 22:14-30 no se menciona el cordero por la razón de que no celebraron la fiesta actual. Se menciona el pan (v.19) y las “hierbas amargas” (Mateo 26:23; Lucas 22:21) y se menciona varias veces una copa de vino (vs.17, 20).
Dejó claro que sería esta su última pascua con ellos hasta el establecimiento del reino venidero:
“Tomando la copa, dio gracias y dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros,porque os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta que el reino de Dios venga.” (Lucas 22:17-18)
El “partimiento de pan”
Se usa en el sentido de la celebración de la Cena del Señor en Hechos 2:42, 46 en memoria del Señor como El lo dejó establecido antes de Su partida. (Mateo 26:26; Marcos 14:22, Lucas 22:19-20, 1 Corintios 11:24)
La reunión de cada semana para participar en el partimiento de pan y vino es el centro de nuestra expresión de compañerismo en Cristo Jesús. El partimiento del pan es fundamentalmente un servicio de recordación. Nada mágico sucede como resultado de su realización En este sentido es el equivalente de la fiesta de la Pascua bajo la Ley de Moisés (Lucas 22:15; 1 Corintios 5:7,8). Este fue un medio para recordar la gran liberación de Egipto la cual Dios realizó por medio de Moisés en el mar Rojo.
- El pan representa el cuerpo de Cristo, el cual fue ofrecido en la cruz.
- El vino representa su sangre (1 Corintios 11:23-27).
El pan y el vino no se convierten físicamente en el cuerpo y la sangre de Jesús. Cuando Jesús dijo esto es mi cuerpo (Mateo 26:26) debemos entender que esto significa representa, esto es un símbolo de mi cuerpo.
- El pan nos habla de la victoria de Cristo por medio de su participación de nuestra naturaleza
- El vino nos habla de la ofrenda completa y libre de su vida. Esta copa de sufrimiento y muerte llega a ser la copa de gozo y salvación para nosotros. (Hebreos 10:7-10)
Los verdaderos creyentes participan de un pan que indica la unidad entre los hermanos como el cuerpo de Cristo. La copa nos exhorta de la vida de Cristo que viene de la vid verdadera. Somos muchos los pámpanos pero pertenecemos en una vid. El creyente toma parte de este hecho de recordar que uno está con Cristo y sus hermanos. Hermandad es unidad.
El servicio del partimiento del pan nos traslada al pasado, a nuestra salvación del pecado por medio de Cristo, lo cual fue hecho posible en la cruz y con lo cual estamos relacionados por medio del bautismo. Cumplir este mandamiento debería por tanto ser algo que espontáneamente querríamos hacer.
El partimiento del pan nos traslada al futuro también porque Jesús habló del futuro reino de Dios (Lucas 22:14-30)
Si tenemos una verdadera relación personal con Cristo, desearemos recordar su sacrifico, como él lo ha pedido, y por consiguiente, esforzarnos en recordar la gran salvación que Él logró. Tomar los emblemas de los sufrimientos y sacrificio de Cristo es el más alto honor que un hombre o mujer puede tener
Los Cristadelfianos tenemos, como la base de nuestro compañerismo, una fe común y una manera de vivir común. Por eso no ofrecemos el pan y el vino a cualquier otra persona. La hermandad no es una hermandad en general tiene un significado mucho más valioso.
Punto de reflexión
La Cena del Señor ¿Cómo aprovechamos las oportunidades de adorar con los fieles?
Para contestar esta pregunta, examinamos el consejo perspicaz de un artículo del hermano Harry Whittaker (difunto) de la necesidad de una preparación sana. El resumen se llama El Domingo. A continuación presento una lista de sugerencias basadas en principios bíblicos:
El domingo empieza el sábado. El hecho de que para los judíos el día empezaba a las 6 p.m. del día anterior debe enseñarnos que la noche del sábado es un buen tiempo para prepararse para el encuentro del día siguiente.
Madrugar. El levantarse tarde y tener que correr como loco para preparase es un acto de desprecio a la importancia del día.
Oración personal. El hecho de que el domingo oímos muchas oraciones no significa que uno mismo puede olvidar su propia oración personal de madrugada.
Llegar tarde. Por lo menos cinco (mejor diez) minutos antes de que comience el culto es buena hora de llegar. Llegar siempre tarde es para los demás un comentario sobre la importancia que Ud. le da a la adoración.
Himnos y oraciones. Fijarse en lo que uno oye (oraciones) y canta (himnos) es imprescindible. Las lecturas también tienen que seguirse con atención. Distraerse es una insulto a Dios.
Concentración. Especialmente al llegar al momento del partimiento de pan y vino. Lo que ha de llenar nuestra mente es el sacrificio de Cristo y no qué vamos a comer más tarde u otro tema cotidiano irrelevante.
La conversación, acabada la Cena del Señor. Por sus palabras será juzgado. Una vez terminada la reunión, la conversación que se entabla es un buen termómetro del pensamiento de la persona. ¿De qué se habla? ¿De las Escrituras o solamente de mi enfermedad, de las vacaciones, o peor todavía, se cuentan chistes? Trate de incluir en la conversación algo relacionada con la exhortación.
Alrededor de la mesa. A la hora de la comida, la cabeza espiritual de la familia tiene que vigilar que la conversación no caiga en trivialidades.
Y ¿Por qué hablamos de la necesidad de una preparación sana?
Buscamos una respuesta en lo que dice Jesús:
“Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca!” (Lucas 22:15 Reina-Valera)
Pero hemos perdido algo del sentido de las palabras de Jesús en esta traducción. Escuchamos otras:
“Y les dijo: Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer.” (La Biblia de Jerusalén)
“Les dijo: Con ardiente deseo he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer.” (La Biblia Herder)
¡Jesús tuvo “ardiente deseo” comer con sus discípulos! ¿Es nuestro deseo también?
Merece la pena considerar el amplio significado del compañerismo o comunión que compartimos con los hermanos a la hora de recordar la muerte de Jesús que logró unir por su muerte y consecutiva resurrección el cuerpo de los santos.
A propósito de este comentario, el simbolismo de un solo cuerpo es servido mucho mejor en la presentación de un pan entero ante la congregación. Lo mismo aplica a la copa de bendición. Es una participación de una misma copa.
¿Con qué frecuencia debe celebrarse el Partimiento de Pan?
Los evangelios no especifican un horario. 1 Corintios 11:25-26 dice simplemente:
“Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí». Así pues, todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.”
Hechos 20:7 muestra a Pablo, Lucas y los hermanos de Troás reunidos el primer día de la semana para compartir pan y oír la exhortación de Pablo. Lucas 24:35 dice que el Señor reveló a dos discípulos el mismo día (24:1 que él se había levantado de los muertos y compartió pan con ellos para demostrarlo. 1 Corintios 16:2 afirma que ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos acostumbraban recoger ofrendas para los necesitados entre los hermanos. No se puede concluir que el Señor mandó a sus discípulos reunirse aquel día, pero es evidente que ellos lo entendieron así. Cada primer día de la semana, cuando el Señor se manifestó a sus discípulos, puede ser el momento oportuno para la observación del mismo por nosotros.
Punto de reflexión
Hay que pensar en:
- la manera en que se practica la verdadera adoración a Dios.
- la calidad de mi fe; ¿es una creencia vaga o una confianza firme?
Para servir y adorar a Dios, se requiere reverencia y sinceridad. La verdadera adoración se debe practicar con un corazón sincero, que no tenga doble intención.
El que Jesús hablara de su cuerpo como templo, señala que todo lo que se hacía en el templo se cumplió en Él. Esto se explica en la carta a los Hebreos, cuando dice: (10:11-12):
«Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados, pero Cristo, habiendo ofrecido una vez y para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios».
Llaman la atención las palabras «una vez y para siempre un solo sacrificio». Su sacrificio es suficiente para perdonar todos nuestros pecados.
A pesar de todos los esfuerzos de Josías…
2 Reyes 23:26. “…con todo eso, no se volvió Jehová del ardor de su grande ira…”
Parece que la reforma nacional dirigida por Josías, era aceptada pasivamente por el pueblo como sumisión a la voluntad real; pero ellos conservaban una inclinación secreta pero fuerte hacia la idolatría suprimida. Exteriormente ellos estaban purificados, pero sus corazones no eran rectos para con Dios, como se ve en muchos pasajes de los escritos proféticos; no había esperanza de una reforma cabal en ellos; y Dios, que no veía ninguna señal de arrepentimiento, dio lugar a su decreto (2 Reyes 21:12-15) para que la destrucción del reino tomara su efecto fatal.
El rey Josías: ejemplo de cómo caminar con Dios
Reyes 23:25 Josías nos desafía con su pacto de caminar con Dios y guardar su palabra, ¿está dispuesto a seguirle?
- Se describe a Josías como un hombre totalmente convertido a Jehová, conforme al ideal establecido en Deuteronomio 6:4-9, un verdadero israelita: que busca y ama a Dios, guardando sus mandamientos.
- El rey Josías, no sólo buscó a Dios y fue sensible al escuchar la palabra de Dios, sino que obedeció lo que ella decía. Las emociones deben estar controladas por la palabra de Dios. No es malo expresar los sentimientos, pero hay que sobrepasar eso y obedecer lo que Dios dice.
- El cristiano, al igual que Josías debe ser resuelto y demostrar en la práctica que está obedeciendo lo que Dios dice. Hacerlo con pasión y fidelidad y en forma adecuada a la de Dios.
- La principal obediencia del cristiano debe ser en su propia vida: su integridad se debe conocer en la comunidad.
- Dios nos llama hoy a aceptar esta historia y aplicarla a nuestras vidas. En todos los tiempos es necesario buscar a Dios de todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.