Desde que inició esta pandemia, la vida de todos se ha visto afectada en muchos aspectos tanto tangibles como intangibles. Un alto porcentaje de mis compañeros de estudios están solos en la ciudad y ahora se sienten atrapados, ansiosos de regresar con sus seres queridos, incluso han pensado en dejar el semestre.
Mantengamos nuestra cabeza en alto
En varias etapas de nuestra vida nos hemos sentido solos, ya sea porque estamos lejos de las personas que queremos o nos sentimos incomprendidos. Esto puede ocurrir en el trabajo, en la escuela o en algún grupo social, lo cual nos llena de temores, dudas e inseguridades.
Recordemos la historia de José. Siendo un muchacho, fue obligado a apartarse de su familia y de su pueblo; pero, durante ese tiempo, se aferró a su fe y confió en Dios. Trabajó con ahínco hasta ser reconocido entre aquel pueblo extranjero.
Y llegó el momento, Dios puso frente a sus ojos a su familia y a su pueblo en el tiempo perfecto, en medio de aquella hambruna que ponía en riesgo la subsistencia de todos: «Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre en Gosén; y se manifestó a él, y se hechó sobre su cuello y lloró sobre su cuello largamente«. Génesis 46:29.
Así que, por más difícil que sea ¿Por qué no tratar de seguir el ejemplo de José?
Como también nos dice Dios mismo por medio del profeta Isaías:
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Isaías 41:10.
Dios nos pide mantener la cabeza en alto, porque Él siempre estará con nosotros sin importar que tan fuerte sea la tormenta. Hay que tener presente que Él siempre nos escucha y con fuerza nos levanta para cada día hacernos sentir que no estamos solos y que pronto este distanciamiento acabará.
Hoy tal vez no estemos juntos corporalmente, pero estamos en el corazón y pensamientos de quienes nos quieren. Mantengámonos fuertes y, mediante la oración, volvámonos uno para poder resistir.
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” Isaías 43:2.
-Ámbar J.