Hasta ahora solamente hemos hecho una referencia breve al día de Pentecostés en Hechos 2. Es oportuno ahora considerar en más detalle los acontecimientos en aquel día.
Antes de Pentecostés. Jesucristo sopló sobre los apóstoles (Juan 20:21-23) y dijo “recibid el espíritu santo”. En Lucas 24:36-49 Jesucristo “les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras cumpliendo así parte de las promesas dadas en Juan 14:16-17 y 16:5-13. El día de Pentecostés fue con el propósito de infundir poder en los discípulos para ser testigos de Jesucristo (Hechos 1:8).
Ahora lea Hechos 2
El día de Pentecostés (del griego “pentekostos”: cincuenta) tenía lugar cincuenta días después de la Fiesta de las Primicias. Esta fiesta se describe en Levítico 23:15–21.
Los milagros (2:1–13)
¿Quiénes están presentes? Hechos 2:1 dice: “Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos.” ¿Implica a los 12 apóstoles o a los 120 discípulos (Hechos 1:15)?
Las señales que indicaban que algo fuera de lo común se realizaba en relación con la compañía de los discípulos de Jesucristo:
- El sonido que parecía como un viento tempestuoso que llenaba toda la casa;
- La aparición de “lenguas como de fuego” que se iban repartiendo sobre todos los presentes;
- Lo que técnicamente se llama “glossolalia” o sea, el hablar en lenguas.
Es interesante investigar las manifestaciones del poder de Dios en el Antiguo Testamento. Por ejemplo mientras los israelitas se reunieron al pie del Monte Sinaí (Éxodo 24:4-5 Hebreos 12:18-21). Otras referencias para considerar son Salmos 18:10; 104:3, 148:8; Isaías 29:6; Ezequiel 37:9.
Los creyentes hablaron en lenguas. No predicaron en lenguas, sino que más bien alabaron a Dios en idiomas que no sabían naturalmente. Parece que estaban en el aposento alto cuando descendió el Espíritu (Hechos 22), pero deben haber salido a los atrios del templo donde se reunió una gran multitud.
Jesucristo había prometido en Marcos 16:17 “Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas (griego:glossa)…” Las distintas lenguas en las que hablaron los discípulos como el Espíritu les daba que hablasen eran idiomas humanos como sugiere la simple lectura de los siguientes versículos:
v.3 y se les aparecieron lenguas (griego:glossa) repartidas,
v.4 Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas (griego:glossa), según el Espíritu les daba que hablaran.
v.6 Al oir este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua (griego:dialektos).
v.8 ¿Cómo, pues, los oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua (griego:dialektos) en la que hemos nacido
v.11 cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas (griego:glossa) las maravillas de Dios.
Los apóstoles, siendo algunos de ellos toscos pescadores, recibieron la gran comisión de ir a todo el mundo, predicando el evangelio (Marcos 16:15-16). Quizá su primera reacción fue: “¡Pero yo no conozco otros idiomas!” De todos ellos se dijo que “eran hombres sin letras y del vulgo” (Hechos 4:13) en relación con ese tipo de cosas. Hasta para los predicadores más educados (por ejemplo, Pablo), la barrera del idioma era aún formidable. Cuando se hicieron nuevos conversos, al no poder entenderse entre ellos debido a la diferencia de idiomas, se presentó un gran problema para la mutua confianza que necesitaban tener para su edificación (ya que no tenían el Nuevo Testamento escrito).Para superar esto, se concedió el don de hablar en idiomas (‘lenguas’) extranjeros y poder entenderlos. La nota al margen en algunas versiones vierte ‘lenguas’ como ‘idiomas’.
Como hemos visto en las citas anteriores, en el día de Pentecostés, poco después de la ascensión de Cristo al cielo, los apóstoles fueron “llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas… se juntó la multitud y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.
Aparte del evidente paralelo entre “lenguas” e “idiomas” que se muestra en Hechos 2:4-11, en otras partes del Nuevo Testamento se usa el término “lenguas” con el significado de “idiomas”; la frase “pueblos, naciones, lenguas” se usa cinco veces en Apocalipsis para referirse a toda la gente del planeta tierra (Apocalipsis 7:9; 10:11; 11:9; 13:7; 17:15). La palabra griega para “lenguas” se usa en la versión griega del Antiguo Testamento (llamada la “Septuaginta”) en el sentido de idiomas (véase Génesis 10:5; Deuteronomio. 28:49; Daniel 1:4).
Los versículos 8-11 enumeran algunas de las diferentes nacionalidades de las personas que escuchaban. Hay cuatro grupos de naciones:
“¿Cómo, pues, los oímos nosotros hablar a cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia, 10Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.”
El Comentario de la Biblia Siglo Veintiuno explica así:
“Se dice con frecuencia que este pasaje es el reverso de la historia de Babel (Génesis 11), pero es más notable que aquélla. El judaísmo ya constituía en sí un reverso de Babel. El hecho de que un pueblo que temía a Dios fuese reunido desde todos los rincones de la tierra en un lugar para adorar durante la fiesta ya era algo contrario a aquella dispersión y confusión. Sin embargo, lo que era nuevo acerca del reverso cristiano era que la gente no necesitaba volver a un centro, sino más bien que la palabra fuera a todos los rincones de la tierra…”
El espíritu en el mensaje profético (2:14–21)
Pedro respondió primero a la acusación de que los hombres estaban borrachos. Ningún judío comería o bebería nada antes de las nueve de la mañana en el sabat o en un día de fiesta, y era entonces la hora tercera del día, o sea las nueve de la mañana. Nótese que en todo este sermón Pedro se dirige sólo a los judíos (vv. 14, 22, 29, 36). Pentecostés era una fiesta judía y no había gentiles participando. En este sermón Pedro se dirigió a la nación judía y le demostró que su Mesías se había levantado de los muertos.
En por lo menos siete ocasiones los profetas hablan de un cerramiento del espíritu y de estas siete Joel el más conocido. Pedro hizo referencia a Joel 2:28–32 (lea ese pasaje con todo cuidado) en Hechos 2:17-21. Dice Joel 2:28-29:
“Después de esto derramaré mi espíritu sobre todo ser humano, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. También sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.”
De acuerdo con v.31 “aquellos días” son los “antes que venga el día, grande y espantoso, de Jehová.” O días que Pedro llama “los postreros días (Hechos 2:17. Del contexto de la misma profecía de Joel es evidente que en primer término se aplica la profecía del espíritu derramado a los días que coinciden con la segunda venida de Cristo.
Antes en el mismo capítulo 2 de Joel:
vv.21-22 leemos la promesa de la restauración de la tierra de Israel:
“Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. Animales del campo, no temáis, porque los pastos del desierto reverdecerán y los árboles llevarán su fruto; la higuera y la vid darán sus frutos.”
v.20 La destrucción del enemigo del norte:
“Haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta: su faz hacia el mar oriental, y su final hacia al mar occidental. Exhalará su hedor y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas.”
v.27 La esperanza de que:
“mi pueblo nunca jamás será avergonzado.”
Después en Joel 3, leemos del gran juicio de Jehová contra las naciones, el cual anunciará la paz del reino (vv.17-18).
Sin embargo, como en otras profecías, la de Joel 2:28-32 tiene un cumplimiento parcial en el primer siglo. Cuando Pedro, pues, cita de Joel, los “postreros días” son los de Israel bajo la Ley y la nación judía en la tierra. El día grande y espantoso de Jehová es la destrucción de Jerusalén y el Templo por los romanos (Lucas 21:20-24).
El mensaje de esperanza (vv. 22–36).
Pedro ahora demuestra a los judíos que Jesucristo estaba vivo. Usó cinco argumentos muy convincentes:
(1) La persona y vida de Cristo exigían que Él se levantara de los muertos (vv.22–24). Véase Juan 10.17–18. ¡El que resucitó a otros no podía quedarse muerto!
(2) El Salmo 16:8–11 predecía la resurrección (vv.25–31).
(3) Los apóstoles mismos eran testigos y habían visto al Cristo resucitado (v.32).
(4) La venida del Espíritu es prueba de que Jesús vive (v. 33).
(5) El Salmo 110.1 prometía su resurrección (vv.33–35). Pedro estaba acusando a Israel de un gran crimen (v.23), y le advertía que había rechazado y crucificado a su Mesías (v.36). Pedro estaba dándole a Israel una oportunidad más de recibir a Cristo. Habían matado a Juan el Bautista y a Jesús, pero ahora Dios les daba otra oportunidad. La resurrección de Cristo fue la “señal de Jonás” prometida, que demostraba que Él era el Mesías (Mateo 12:38–40).
Recibiendo la promesa
Necesitamos analizar la expresión “la promesa del espíritu santo” para entender que no se trata directamente de los dones espirituales conocidos en esta época.
Hechos 2:33
“Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. “
Hechos 2:38
“Pedro les dijo:—Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Al recibir la palabra, muchos judíos entraron en la nueva iglesia y su comportamiento en dicha iglesia se expresa en Hechos 2:42-47. El don o la promesa (v.39) que recibieron no les capacitó para efectuar parecidas señales como los apóstoles porque las señales fueron hechas siempre por los apóstoles (v.43, Hechos 5:12;8:18) y no por los nuevos discípulos. Por supuesto, conforme a que Jesús había autorizado a ellos únicamente para dirigir y establecer la iglesia.
¿Qué será la promesa del espíritu santo en este contexto? La clave está en v.40: Salvación y la promesa de vida eterna. Volveremos a este punto. Compararemos Hechos 2:38 y 3:19:
En verdad, versículo 19 de Hechos 3 dice “…para que vengan…” que sólo iniciarán verdaderamente con el regreso de Jesucristo que traerá con él el galardón para el creyente: La inmortalidad. De paso notamos que ser lleno del espíritu santo a veces significaba poder hablar con denuedo la palabra de dios (Hechos 4:31) y que mentir al espíritu santo iguala a mentir a Dios y al espíritu del Señor (Hechos 5:3,4,9).