El viernes pasado estudiamos en la clase bíblica del Norte de Quito el 3er capitulo de Génesis. Estos tres primeros capítulos de la Biblia son maravillas de la literatura, contienen tanta información que aun después de cientas de veces de leerlos, cada vez que uno los lee detenidamente, especialmente con otras personas, va descubriendo nuevos tesoros.
Y la parte que en esta ultima ocasión me llamo la atención fue el versículo 8:
“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los arboles del huerto.”
Todos conocemos muy bien lo que había pasado en los primeros 7 versículos; existía un mandamiento, y se produjo la tentación, y la pareja cede a la tentación. Y en lo que quisiera que meditáramos por unos minutos en esta mañana es la reacción de la pareja, y en especial, en la forma en que el pecado afecta su relación con Dios.
Porque el proceso por el cual pasaron ellos para pecar es el mismo que nos ocurre a nosotros: somos atraídos y seducidos por nuestros sentidos y ambiciones. Pero que pasa después en nuestra relación con Dios?
Bueno, si hay algo positivo en este momento, algo qué rescatar, creo que debemos notar que Adán y Eva al menos estaban conscientes que su relación con el Creador SI iba a cambiar, y por su comportamiento demuestran que reconocen haber cometido un error. Y esto se los comento porque creo que hoy en día la gran mayoría de personas pecan a diario, y sin embargo están tranquilos con esa realidad, no les agobia la conciencia. Así que en ese sentido, Adán y Eva no están totalmente perdidos — sí reconocieron una realidad, que en cuanto a su relación con Dios, algo había cambiado.
Y veamos los que hacen aquí las dos partes, ante el cambio.
Creo que podemos estar seguros que Dios supo inmediatamente lo que habían hecho. El Dios en el que nosotros creemos no es como el Baal de Elías, que “quizás estaba meditando, o tenia algún trabajo, o va de camino…”.
Nuestro Dios es un Dios que en todo momento está presente en todas partes, y desde que antes que hablara la serpiente, hasta el momento en que comen y se esconden, Dios sabía exactamente lo que estaban haciendo. Y sabiendo esto, qué hace Dios?
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v. 8 “Oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día”
Cuando dice que oyeron la voz, supongo que lo que Dios decía es lo que está en el v. 9: los llamaba, preguntaba que donde estaban.
Y esto nos dice mucho: que aunque Dios sabia perfectamente bien que habían pecado, aun así los busca, los llama, se les acerca. No vemos en este capitulo que, habiendo ellos pecado, Dios se retira al espacio sideral para enviar desde una gran distancia meteoritos para castigar y destruir al hombre. Aun cuando pecamos, el Padre nos busca: se nos acerca, nos llama por nombre, y trata de acercarse a nosotros. ¿Y porqué nos busca? Porque a pesar de nuestros errores, somos sus hijos. El Padre del Edén es el mismo Padre del la parábola del hijo prodigo, es el Padre que envío a Jesús para que conociéramos que el hijo de Dios, el perfecto representante de lo que es Dios, prefiere estar con los pecadores con necesidad de arrepentimiento que con las personas perfectas que no necesitan nada. [Isaías 41:8‐9]
Algunos de nosotros hemos tenido el privilegio de ser padres en esta vida, y seguramente ninguno de nosotros entramos a esa situación con la ilusión que nuestros hijos e hijas siempre nos harían caso, siempre serían perfecto, atentos y obedientes. Y sin embargo, sabiendo de antemano que nuestros hijos probablemente nos harán sufrir todo tipo de desilusión y dificultad, no se nos ocurre que los dejaremos de amar. Así que no debe sorprendernos que nuestro Padre celestial, en el momento en que nosotros hemos tomado un paso alejándonos
de El, nos siga, nos busque, nos llame, en vez de inmediatamente darnos la espalda. Acaso no será el un mejor Padre que cualquiera de nosotros?
En estos primeros versículos de la Biblia se nos están poniendo las bases para conocer a los personajes que figuraran en cientas de paginas por delante; como en cualquier libro, la información de las primeras paginas es importantísima, y sin embargo, a veces creo que no leemos lo suficientemente detenidamente cada frase de cada versículo, y por eso, a veces nos captamos el mensaje.
En cada versículo, en cada frase, hay que preguntarnos: porque así? porque de esta manera? porque no de otra? Y examinando de esta forma, descubriremos mucho.
Y como les digo, lo que creo que aquí descubrimos, en que yo nunca antes me había detenido a meditar, es que sorprendentemente, aún cuando hemos pecado, Dios nos busca, nos llama, nos sale a encontrar.
Nuestra Reacción
Pero lo triste es que nosotros, por varios motivos, huimos de el. Creo que huimos porque:
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le tememos. estamos conscientes de que hemos cometido un error, y nuestro instinto es tratar de evadir la consecuencia del error.
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nos avergonzamos. sabemos que le hemos defraudado, que nos ha dado grandes privilegios y mucho poder, somos los amos y dueños de todo lo creado, y sin embargo, le hemos fallado.
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desconfiamos de El. tememos enfrentarnos a El porque pensamos que será mas grande su ira que su amor, y que las consecuencias de nuestros errores serán solo dolorosas y perjudiciales. Desconfiamos de su disciplina, que será justa, desconfiamos que la intención de su disciplina será corregir y edificar, y no dañar y destruir.
Y por estas razones, y quizás otras, nos escondemos entre los matorrales.
Pero es tan absurda esta reacción. Hace un par de meses estuve conversando con el Hno. Manuel Fernandez, y me dijo que a veces lo que ocurre es que aunque conocemos ciertas doctrinas, realmente no las hemos asimilado, y al final, es como que no las creemos. Y una de esas doctrinas es de la omnipotencia y omnipresencia de Dios.
Creo que todos estaríamos de acuerdo con la afirmación que nuestro Dios todo lo sabe, y está en todas partes. Y sin embargo, insistimos en comportamientos absurdos, como el tratar de escondernos de El.
Al estar pensando en esto, me pareció que los dos grandes ejemplos que tenemos de este comportamiento son Jonás, y Adán y Eva. Jonás huye de un lugar, y Adán y Eva huyen de una persona [en este caso creo que es un ángel de Dios que se paseaba en el jardín].
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Vamos a Jonás 1:1‐3. Dice que Jonás se levanto para huir de ‘la presencia de Dios’ a Tars is… y entra a la nave ‘para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Dios’.
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Así que de alguna forma Jonás esta pensando que hay lugares en este mundo donde Dios está mas presente, y por tanto, hay lugares adonde nos podemos ir en que estaremos como escondidos de Dios, adonde le podemos evadir, porque en esos lugares Dios está ‘menos’ presente.
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Y esto como se manifiesta en nosotros? Bueno, en tiempos de Jonás el centro de la adoración a Dios era el templo, la ciudad de Jerusalén. En nuestros tiempos, el equivalente es más o menos la iglesia, en el sentido de que si en esta ciudad hay un lugar donde se nos ocurriría pensar: ʹallí es donde voy para estar cerca de Dios’, pudiéramos sentir que es aquí. Y por tanto, cuanto algo nos pasa, cuando nos sentimos mal para con Dios, una de las reacciones humanas que tenemos es de alejarnos de este lugar. Porque consciente o inconscientemente, pensamos que con no venir aquí, no tendremos que darle respuesta a Dios por nuestro comportamiento.
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Como vemos en el caso de Jonás, esto es absurdo. Hace un par de semanas estudiamos Hechos 27, y vimos que cuando Pablo y Lucas pensaron que estaban perdidos en la alta mar se les aparece un ángel.
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No importa donde estamos, Dios esta a nuestro lado. Así que porque pensamos que con un leve ajuste geográfico, de repente Dios ya no nos puede ver?
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Pero el otro comportamiento que manifestamos es tratar de escondernos de los mensajeros de Dios. Hay muchos momentos en la Biblia en que vemos que un ángel se le aparece a alguien, y ese ángel habla con la voz de Dios. Veamos solo un ejemplo: Génesis 18:1‐3, 9‐10, 13, 16‐17, 33, 19:1. Así que leyendo todo esto cuidadosamente, deducimos que 3 ángeles llegaron donde Abraham, uno era el principal, ese se quedo con Abraham, y los otros dos siguieron a Sodoma.
Y creo que es un ángel, un mensajero de Dios, el que se paseaba por el Edén, que conversaba con Adán y Eva. Y al pecar, cual es el instinto de Adán y de Eva? Esconderse de este representante de Dios.
De igual forma nosotros, cuando nos estamos comportando de una forma que sabemos que no le agradará a Dios, a veces huimos de sus representantes visibles ‐ y en nuestro caso, esto puede ser los demás hermanos de la iglesia. Y como vemos en Génesis 3, esto no tiene sentido. Porque aunque nos podamos esconder de alguno de los representantes de Dios, de sus mensajeros, Dios que está arriba en el cielo todo lo ve.
Y el gran problema es que Dios al final tendrá siempre la ultima palabra. Tendremos que conversar con El, tarde o temprano, y lo podremos hacer ahora, cuando existe aun la oportunidad de enmendar nuestros caminos, o lo haremos al final, en el día del juicio, cuando, aunque estemos en la tumba, seremos levantados de nuestro descanso para responder a las preguntas del gran juez de todo el mundo.
Así que teniendo claras dos doctrinas absolutamente fundamentales:
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la omnipresencia de Dios
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el juicio final
es mejor que afrontemos la realidad, que aceptemos nuestra culpa, porque al final descubriremos que Dios es un Padre amoroso, que nos castiga en lo necesario, para nuestra edificación, y cuyo único propósito es salvarnos.
Y esto como lo sabemos? Lo sabemos sobre todo en que, cuando aun éramos enemigos de Dios, El envío a su único hijo amado para dar su vida por nosotros. Y dando Cristo su vida por nosotros, que puerta se nos abre? La puerta del perdón de pecados.
Antes que Adán y Eva pecaran, gozaban de una relación mas estrecha con Dios, parece que era la costumbre de Dios (o de su ángel) , pasearse en el huerto, al aire del día. Y después? Una espada de fuego rodeaba el jardín para impedirles que entraran.
Y como podemos resolver este gran problema, de la separación que existe entre nosotros y Dios por razón de nuestros pecados? Que podemos hacer para poder tener nuevamente esa relación con El, sin temor?
Resolviendo el problema de nuestros de pecados, podemos nuevamente acercarnos a Dios.
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I Pedro 3:21 ‐ El bautismo ahora nos salva… como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios, por la resurrección de Jesucristo.
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Romanos 8:31‐34 ‐ Si Dios es por nosotros, quien contra nosotros?… Quien es el que condenará?
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Hebreos 4:14‐16 ‐ Acerquémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
En esta mañana estamos acá porque Cristo murió por nosotros, venciendo al pecado en la cruz. Y por medio del bautismo, participamos tanto de esa muerte, como de esa resurrección.
Así que cuando, al salir de aquí, en nuestra lucha diaria contra el pecado, nos demos cuenta que hemos caído, que hemos cedido, recordemos lo que hemos visto en esta mañana:
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Que nuestro instinto natural, animal, es de escondernos. Huimos de el, apartándonos de la iglesia, o escondiéndonos de los hermanos, sea con alejamiento físico, o un alejamiento emocional.
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Pero que Dios, aunque somos pecadores, aunque hemos fracasado, como Padre amoroso aun nos busca, aun nos llama, aun quiere tener una relación con nosotros.
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Y recordemos que Dios, en su amor, ha proveído un sacrificio perfecto, por medio del cual podemos re‐establecer con El una buena relación.
Recordemos ese amor, entonces, al participar en esta mañana de estos símbolos del gran sacrificio de nuestro Padre, un sacrificio que se llevo a cabo por su amor por nosotros, y su deseo de que no huyamos, sino que nos acerquemos.
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