“En toda la inmensidad de nuestro mundo, en toda la diversidad de creencias religiosas, solo hay dos tipos esenciales de creencias, obras y gracia. Parece haber muchas diferencias entre las religiones del mundo, pero todas son esencialmente lo mismo—todas se centran en obras humanas.” dice Buntin C.T. (bible.org). En las religiones del mundo, la salvación (justicia, unidad con el infinito, perfecto vacío, o cualquier término usado por alguna religión en particular) se obtiene por lo que uno hace.
Sin embargo, en el verdadero cristianismo bíblico, “la fe que fue entregada una vez a los santos,” es totalmente distinta de esa fe profesada por las religiones del mundo. Lo que hace al cristianismo diferente de todas las otras religiones es el concepto de la “Gracia”.
La doctrina de la Gracia enseña que somos totalmente incapaces de salvarnos a nosotros mismos. Somos salvos afortunadamente por un acto de la voluntad de Dios, y no hacemos nada para merecerlo de ninguna forma. La descripción que Pablo hace de los creyentes antes de la salvación se refiere a toda la raza humana si ésta no tuviese a Cristo:
Efesios 2:1-3 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Sin embargo, a pesar de nuestro gusto por la ira, Dios ha ejercitado Su Gracia sobre nosotros en Cristo.
Efesios 2:4-10 “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
Antes de que fuéramos salvos, no teníamos nada para contribuir al proceso (Romanos 3:10-11; 1 Corintios 2:14; Job 14:4; Jeremías 13:23), y durante nuestra experiencia llamada “Nuevo Nacimiento”, no agregamos nada.
¿Cuál es el significado de Gracia?
¿Significa el “perdón”? ¿la “compasión”? ¿la “tolerancia”? Muchas personas demuestran, por medio de sus vidas, que creen que la gracia de Dios es casi exclusivamente “el perdón no merecido” de Dios. Para estas personas, la gracia de Dios supuestamente les perdona cualquier pecado que cometan. Por medio de sus vidas llenas de religiosidad, pero carentes del poder divino, tales personas anuncian a todo el mundo: “Podemos vivir de la forma que nos dé el deseo de vivir y si pecamos lo único que necesitamos hacer es pedir el perdón de Dios, y su abundante gracia siempre nos perdonará.”. Esto, para ellos, supuestamente significa “estar libres de la ley”. Tales personas se imaginan que están libres del pecado del legalismo y se sienten convencidos que están bien con Dios por su abundante gracia.
Sin embargo, los que viven de esta forma son precisamente la clase de personas a quienes se refiere en Judas versículo 4:
“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.”
La gracia de Dios viene a ser mucho más que un favor inmerecido, pues en el Nuevo Testamento significa la manifestación de la obra de Dios en favor de los hombres solamente por el impulso de Su amor. La fe es el medio que permite que una persona reciba la gracia de Dios, pero este concepto tiene que analizarse con mucho cuidado.
Primeramente, se relaciona con el anuncio del Evangelio:
“porque la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Cristo”
(Romanos 10:17)
Dios no busca creyentes que acepten, sin ningún tipo de pruebas, cualquier cuento milagroso que se les presente. Sin embargo, al mismo tiempo, es posible oír, comprender y estar convencido de la verdad del Evangelio, para rechazarla o descuidarla, a causa del predominio del egoísmo y del materialismo. El oír y el comprender han de ser seguidos por la entrega total de la vida a Cristo, el Salvador, aceptando todo el significado de Su Vida, Muerte y Resurrección. La fe no es meritoria en manera alguna, pues todo el mérito se halla en el Salvador que realizó la Obra de Dios.
En pasajes como Romanos 3:21 – 4:25 se enfatiza la importancia de la fe como medio para recibir la gracia de Dios. Pero se entiende la fe de una persona el hecho de que se ha sometido a Dios, pues jamás podemos desvincular las dos vertientes:
- El arrepentimiento para con Dios, y
- La fe en nuestro Señor Jesucristo.
Entonces, ¿qué es la gracia de Dios? ¿Cuál es el verdadero significado bíblico de la gracia? Hemos sugerido que es “un favor inmerecido de Dios” También añadimos: “La gracia de Dios viene a ser mucho más que un favor inmerecido.” Según el mensaje del Evangelio su significado es el perdón de los pecados y la bendición de la reconciliación con Dios por medio de Cristo Jesús. En el Nuevo Testamento la palabra “gracia” también ha llegado a ser un término perteneciente o relativo a la iglesia cristiano que se refiere específicamente a los dones del Espíritu Santo.
Pero, cuidado hermanos cuando leemos lo siguiente. Un autor dice: “Notemos primeramente el significado de la palabra griega. La concordancia Strong dice: Gracia: “La influencia divina sobre el corazón, y su reflejo en la vida”. ¿Comprendió usted? Estos versículos nos demuestran claramente que la gracia de Dios no se refiere únicamente al perdón de Dios, sino que se refiere específicamente al poder que Dios nos da para dejar de practicar el pecado en nuestra vida diaria y vivir una vida santa, día tras día.”
Una creencia en “la influencia divina sobre el corazón” (¿Es de la filosofía griega?) tiene el peligro de poner a un lado la importancia de la Palabra. Nunca debemos olvidar la exhortación de Pablo a Timoteo:
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:14-17)
El significado de las palabras originales
Buscamos explicaciones del significado de las palabras originales, hebreas y griegas, traducidas por “gracia” en nuestra Biblia:
Léxico Hebreo y Caldeo de Gesenio
En el Antiguo Testamento existe una palabra básica Hebrea que ha sido traducida “gracia.” Esa palabra es khen (kjen), pronunciado kaine. Esa palabra viene de la palabra khanan (kjanán) que significa “gracia, favor, buena voluntad, bondad y agradable.” La forma adjetival de khen es khannuwn (pronunciado kannoon), que significa “bondadoso.” La palabra de raíz Hebrea khanan significa “bondadoso, a favorecer, ser inclinado favorablemente, tener lástima, de ser compasivo, de hacer aceptable.” También puede significar “a doblarse o inclinarse en bondad hacia algo inferior, de ser movido a favor por una petición o pedida, demostrar favor, para otorgar o dar favor o cortésmente demostrar misericordia y piedad”.
Nuevo Diccionario Bíblico Certeza
a. Vocabulario
La palabra griega járis es la que corrientemente se usaba para traducir el hebreo “kjen” (gracia). El verbo se empleaba para denotar perdón, tanto humano como divino (Col. 2.13; 3.13; Ef. 4.32).
b. Los evangelios sinópticos
Independientemente de la palabra “jaris”, que nunca se oye de labios de Jesús, la idea de la gracia está presente en forma prominente. Jesús dice que vino a buscar y a salvar a los perdidos. Muchas de sus parábolas enseñan la doctrina de la gracia. La parábola de los labradores en la viña (Mt. 20.1–16) enseña que Dios no tiene que dar cuentas a nadie por sus dones de gracia. La parábola de la gran cena (Lc. 14.16–24) muestra que los privilegios espirituales no garantizan la felicidad última, y que la invitación del evangelio alcanza a todos. El hijo pródigo fue recibido por su padre de un modo que realmente no merecía (Lc. 15.20–24). El arrepentimiento recibe realce como condición para la salvación (Mr. 1.15; 6.12; Lc. 24.47). La fe también tiene su lugar (p. ej. Mr. 1.15; Lc. 7.50), aun cuando no hay ninguna declaración teológica en términos paulinos…
c. Las epístolas paulinas
La palabra “gracia” ocupa un lugar prominente en las salutaciones iniciales y las bendiciones finales de las epístolas, como agregada al saludo judío convencional de “paz”. La base de la doctrina de Pablo se encuentra en Ro. 1.16–3.20. El hombre aparece como pecador, pero es justificado por gracia (Ro. 3.21–4.25), e. d. Dios en su gracia lo trata como si nunca hubiese pecado, a pesar de ser culpable.
La fe es la respuesta humana a la gracia divina (Ro. 5.2; 10.9; Ef. 2.8). Esta fe es don de Dios (Ef. 2.8); las palabras “no de vosotros” pueden referirse a a “sesoµsmenoi” (“salvos”),3 pero Pablo quiere señalar que la palabra “fe” no tiene que tomarse en el sentido de alguna acción independiente por parte del creyente. Véase también 2 Co. 4.13; Fil. 1.29. Esta fe, aunque significa que no hay salvación por medio de la ley, no va en contra de la ética. La fe es moralmente vital por sí misma. “Obra por el amor” (Gá. 5.6). C. A. Anderson Scott (Christianity according to St Paul, 1927, p.111) dice que desde el momento en que la fe adquirió carácter activo idealmente se operó allí una transformación de la perspectiva ética.
La posición del creyente bajo la gracia se explica, no por algo en él mismo, sino por la voluntad de Dios. La doctrina de la *elección tiene dos funciones: detener o regular el espíritu humano independiente y farisaico, y mostrar que al otorgar su favor, Dios es perfectamente libre (Ef. 1.1–6; 2 Ti. 1.9; Tit. 3.5). Cada paso en el curso de la vida cristiana se debe a la gracia: Gá. 1.15 (llamado); 2 Ti. 2.25 (arrepentimiento); Ef. 2.8–9 (fe)…”
Para terminar esta breve búsqueda, sólo me queda decir que en nuestro texto clave de Romanos 5:2, el apóstol Pablo exhorta a los creyentes a estar firmes a “esta gracia”, es decir, a este evangelio del reino, la sublime esperanza de la cual se enorgullece la iglesia fiel y verdadera. ¿Usted se mantiene firme en la esperanza del Reino venidero? ¡Espero que sí!
Punto de reflexión
¿Cómo me afecta un estudio de la gracia?
Para responder esta pregunta vamos a meditar en lo que dice 2 Pedro 3:18:
“Creced en la Gracia y el Conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”
Cristo no murió solo para perdonarnos y salvarnos de toda condenación de pecado; murió también para que crezcamos a Su semejanza.
No hablamos de los siguientes conceptos de crecimiento:
- Son los años que he pasado en la congregación desde que nací de nuevo. (Los años que Judas pasó con Jesucristo, no le dieron crecimiento.)
- Es mi servicio a Dios en el ministerio. (El servicio que Saúl le dio a Dios no le dio crecimiento.)
- Son mis habilidades que uso en administrar a otros. (Los dones que tenían los Corintios no les dieron crecimiento.)
- Es el conocimiento que tengo de las doctrinas de la Biblia. (El conocimiento que tenían los fariseos, escribas y saduceos no les dio crecimiento.)
Hablamos del crecer que significa:
- Aumentar, hacer crecer, ser elevado, enaltecido, ser fructífero…
- Esto tiene referencia con lo cualitativo, no con lo cuantitativo.
- Es decir, un crecimiento en Manera, Forma y Carácter.
El Logro del crecimiento espiritual se encuentra entre:
- Los problemas que tenemos y debemos resolver.
- Las personas con que convivimos y tenemos que enfrentar.
- Las tentaciones que enfrentamos y que hemos de vencer.
- Los defectos de las personas.
- Los deseos de la carne y de la mente.
Jesús dice:
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. »Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:4-5)