Hoy en día es difícil encontrar la paz, especialmente porque vivimos en un mundo que se mueve rápidamente. La presión constante de cumplir con las expectativas sociales, las redes sociales y vivir bajo la mentalidad de «el tiempo es dinero» nos obliga a cuestionar nuestro valor como personas, especialmente cuando no obtenemos los resultados que esperamos o lo que otros esperan de nosotros.
Sin embargo, olvidamos que, en medio de todo esto, Dios tiene el tiempo perfecto para cada cosa. Lo único que necesitamos hacer es dejarnos caer en sus brazos, confiar en Él y aceptar su voluntad. Él nos llama a ponerlo en primer lugar, a buscar calma en Él, pues está obrando en nuestras vidas, incluso cuando no podemos ver su trabajo.
La enseñanza de las Escrituras nos invita a vivir confiados, sin preocuparnos por el futuro, porque es Dios quien proveerá. Como nos dice en Mateo 6:26: «Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?» Este versículo es un claro recordatorio de que Él nos brindará lo que necesitamos para sobrevivir. Así, nuestra preocupación por lo que vendrá pierde sentido, pues Dios tiene el control.
Como creyentes en Dios, sabemos que, aunque el futuro nos cause temor, Él nos llama a vivir el momento presente con fe. La verdadera paz no está en preocuparnos por lo que vendrá, sino en aprender a vivir confiando en Él cada día. Este enfoque nos permite encontrar serenidad, incluso en medio de la incertidumbre.
Entonces, ¿cómo podemos encontrar paz en medio de esta vida tan agitada? La respuesta está en enfocarnos primero en Dios, sirviéndole y adorándole, dedicando tiempo a la oración y al estudio de su Palabra; y lo más importante, debemos practicar lo que aprendemos para convertirnos en buenos seguidores de Jesús. Es allí, en esa conexión constante con Él, donde podemos descansar de la confusión, el estrés que nos rodea y dejar que nos dé la paz que solo Él nos puede ofrecer. Como nos dice Filipenses 4:6-7: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.»
En este versículo se nos enseña que al presentar nuestras preocupaciones a Dios con gratitud, Su paz, que sobrepasa todo entendimiento humano, guardará nuestros corazones y pensamientos. Esto nos invita a vivir sin ansiedad, confiando en que Dios cuida de nosotros en cada momento.
Recuerda que sentirnos en el desierto no es algo extraño, sino parte del plan de Dios. Él permite las pruebas, pero también provee la solución y el consuelo. En esos momentos, podemos hallar consuelo en Su Palabra. Como dice en Josué 1:9: «Esfuérzate y sé valiente; no temas ni te acobardes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.» Con esto, Dios nos asegura que, aunque caminemos por momentos difíciles, nunca estaremos solos. Su presencia es nuestra fortaleza.
Ámbar Jiménez V.