7 de Enero de 2025

La historia de Abraham, registrada en el libro del Génesis, es una de las narrativas más significativas en la Biblia. Representa no solo una vida de fe sin precedentes, sino también una lección profunda sobre el sacrificio, la obediencia y la confianza en los planes de Dios.

Abraham fue llamado por Dios a dejar atrás todo lo que conocía: su tierra, su familia y su seguridad, para emprender un camino incierto hacia un destino sin definición. Este llamado no era solo un cambio físico, sino también un giro espiritual y emocional que lo alejaba de una existencia carente de significado trascendente y lo conducía hacia la plenitud prometida por Dios.

Abandonar lo conocido para abrazar lo divino

Cuando Dios llamó a Abraham, le dijo: 

«Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré» (Génesis 12:1).

Este mandato implicaba una renuncia radical. Abraham vivía en Ur de los Caldeos, una ciudad próspera y rica en cultura, pero también profundamente idolátrica. Allí, las personas adoraban dioses falsos y seguían caminos que, aunque cómodos, eran espiritualmente vacíos. Dios llamó a Abraham a abandonar esa vida vacía y a confiar en Su plan divino, el cual prometía bendiciones incomparables: 

«Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición» (Génesis 12:2).

La esterilidad como símbolo de transformación

El aspecto más importante del llamado de Abraham era la esterilidad de su esposa Sara. Cuando Dios lo llama ya tiene 75 años, una vida entera vivida en Ur. Pero la pareja no tenía hijos y, humanamente hablando, no había esperanza de tenerlos. Pero la esterilidad en la vida de Abraham no se limitaba solo a su linaje físico. También simbolizaba una vida que, sin la intervención de Dios, carecía de propósito eterno, y destinada a nada más que la extinción.

Al responder al llamado divino, Abraham dejó atrás no solo una tierra y una familia, sino también un estilo de vida que no podía producir frutos espirituales duraderos, una vida sin relevancia más allá de la satisfacción momentánea de los deseos que se le pasaran por la mente. 

La recompensa de la obediencia

La historia de Abraham es un recordatorio poderoso de que Dios nos llama a abandonar aquello que, aunque conocido o cómodo, no produce vida. Nos invita a confiar en Su plan, incluso cuando no entendemos todos los detalles. Así como Abraham se convirtió en el padre de una multitud de naciones, nosotros también podemos experimentar una transformación radical si decidimos abandonar lo estéril y seguir la voz de Dios.